MAUTHAUSEN 80 AÑOS DESPUÉS
No es un montaje de ninguna inteligencia, más bien es una ironía o un oxímoron, como apuntan por las redes sociales. La misma persona que permitió el asesinato de miles de españoles en el Campo de exterminio Nazi de Mauthansen en la II Guerra Mundial, educó y ordenó ser rey de España al padre del hombre que vemos en primer plano en la foto, es decir Franco, a quien Felipe le debe ser rey.
Un monarca puesto por un dictador. Tras de él las banderas republicanas democráticas que violentó el mentor de su padre, con un golpe de Estado y casi 40 años de dictadura tras una cruenta y salvaje Guerra Civil.
No tiene sentido que la herencia franquista represente a quienes Franco asesinó, condenó, torturó, violó, persiguió e hizo desaparecer en numerosas fosas por todo el país.
Pequeño en tamaño pero grande moralmente Bustinduy, tras el Jefe de Estado, representando a la democracia, la de los años 30 y la actual, él si rinde un sentido y merecido homenaje a los españoles, los asesinados por los fascismos, insisto en que el rey es su heredero, y los que hoy vigilamos porque no vuelvan.
Resulta difícil de entender qué hace una persona, directamente relacionada con el genocida dictador Franco, en lugares donde se rinde homenaje a quienes defendían lo contrario, a quienes dieron su vida luchando contra los fascismos, representados en España por el dictador y sus afines. Mas afinidad no cabe entre el dictador y el padre del rey, y entre este y su hijo, aunque hayan pasado 50 años de la muerte de Franco y 3 desde que el emérito se fugó a Abu Dabi, tierra de gobierno antidemocrático, por delitos fiscales contra su propio pueblo. Huyendo demuestra su ninguna honorabilidad y su mucho parecido con la dictadura que le educó, haciendo lo que quería como si no viviéramos en democracia.
A Felipe VI le defienden denodadamente la utraderecha y la derecha españolas porque viene de donde viene, por sus raíces franquistas, fascistas, dictatoriales, precisamente quienes no están en la foto, y abiertamente exhiben su odio a los homenajeados por haber defendido la legítima II República democrática española. Recordamos bien claras y repetidas con orgullo la palabras de Rajoy afirmando que gastaba 0 euros en la Recuperación de la Memoria Histórica.
Cuesta mucho ver la foto y no ver una contradicción.
Gracias por compartir un texto tan cargado de memoria y sensibilidad histórica. Precisamente por eso, merece una respuesta rigurosa, porque la memoria, para ser justa, también debe ser precisa.
ResponderEliminarEs cierto que Juan Carlos I fue nombrado sucesor por Franco. Pero reducir la monarquía constitucional española actual a esa herencia es ignorar lo más decisivo: que Juan Carlos I, teniendo en sus manos un poder absoluto, renunció voluntariamente a él para abrir paso a una democracia plural, parlamentaria y plenamente homologable con las europeas.
No hubo una revuelta ni una imposición externa que le obligara. Hubo una elección política clara: desmantelar el aparato franquista desde dentro, permitir elecciones libres, legalizar a los partidos proscritos y someter su propio reinado al referéndum de una Constitución democrática, aprobada masivamente por el pueblo español, incluidos muchos de los que habían sufrido el exilio, la cárcel o la represión. Esa es la legitimidad sobre la que se asienta la monarquía parlamentaria.
Felipe VI no es el “rey de Franco”. Es el jefe del Estado que emana de una Constitución democrática, que ha demostrado lealtad institucional intachable y que ha ejercido su función con neutralidad, prudencia y respeto al marco legal en todo momento. Su presencia en un acto de homenaje a las víctimas del nazismo y del fascismo no es una contradicción: es una expresión de lo que representa hoy la monarquía en España —la unidad dentro de la diversidad, y el compromiso con los valores democráticos. Lo contrario, su ausencia, sería interpretado justamente como una señal de desinterés o distancia.
Sostener que su apellido invalida su papel en estos actos equivale a negar la posibilidad de evolución institucional y reconciliación democrática. Y eso nos lleva a un terreno peligroso, donde se niega la legitimidad no por los hechos presentes, sino por los vínculos familiares, como si no existiera la responsabilidad individual o la transformación histórica. Esa lógica, aplicada con coherencia, haría inviable cualquier convivencia nacional: nadie podría ejercer ninguna función pública sin cargar con la historia de sus antecesores.
La Transición no fue perfecta, pero fue real. Y el resultado —nuestro marco democrático actual— no puede construirse sobre el desprecio de lo que la hizo posible. Lo que cuesta entender no es la foto: lo que cuesta es insistir, medio siglo después, en negar legitimidad a quien representa constitucionalmente a todos los españoles, solo porque no encaja en una narrativa ideológica.
La brevedad del formato hace que resulte indeseable citar todo lo que supuso la Transición, el contexto, los numerosos factores concretos, con lo que se aclararía tu párrafo tercero, pobre por el formato.
EliminarNo he dicho que sea ilegal, ni ilegítimo, creo.
Felipe VI es rey por ser hijo de su padre, educado y preparado por el dictador para que ocupará su sitio, que a mediados de los 70 ya no podía ser un dictador al uso.
Gracias por tu respuesta. Entiendo que el formato impone límites, aunque creo que, precisamente por eso, es más importante centrarse en los hechos clave que permiten distinguir entre orígenes históricos y legitimidades democráticas actuales.
ResponderEliminarNo he afirmado que hayas dicho que Felipe VI sea ilegítimo o ilegal, pero sí que has cuestionado —con fuerza— su presencia en actos como el homenaje de Mauthausen por “venir de donde viene”. Y ese argumento, aunque no lo expreses en términos jurídicos, sí implica una deslegitimación simbólica, al sugerir que su papel representa una continuidad del franquismo.
Y sobre ese punto, es fundamental insistir: Felipe VI no es rey por voluntad del dictador, sino por mandato constitucional, refrendado por el pueblo en 1978 y ratificado en cada ciclo democrático desde entonces. Que su padre fuera designado por Franco no convierte a su hijo en portador de ninguna mancha ideológica hereditaria. La legitimidad democrática no se transmite por sangre, pero tampoco se contamina por genealogía. Se gana —o se pierde— por comportamiento institucional, y el suyo ha sido escrupuloso.
De hecho, me ha sorprendido que se me acuse de simplificar en un formato limitado, cuando lo que se ha hecho en el texto original es precisamente reducir todo el papel institucional del jefe del Estado a su origen familiar, obviando deliberadamente el contexto, la transición democrática y el papel de las instituciones. Esa simplificación es más arriesgada aún cuando se usa como argumento para invalidar su presencia en un acto de memoria.
Si algo representa Felipe VI en Mauthausen no es al franquismo, sino precisamente a la España que lo superó. Y esa es, en mi opinión, la imagen que cuesta a veces asumir: que un país puede transformar sus instituciones sin destruirlas, y que la reconciliación real nunca vendrá de leer el presente con las gafas del pasado.
No uso gafas del pasado no pretendo destruir lo que favorece la convivencia, por esto miro a la actual monarquía como lo que es y no doy Golpes de Estado ni hago narrativas blanqueadoras del presente.
ResponderEliminarLa evolución histórica de España no sigue una única línea ni está condicionada por un único modo de evolucionar heredado.
Somos un país diverso, muchas son las maneras de construir.
Me resulta llamativa la afirmación de que “miras a la monarquía como lo que es”. Suena pretenciosa, como si hubiera una única forma correcta de interpretarla. Más aún cuando tú misma defiendes que España es diversa y con múltiples formas de construir. Si eso es cierto —y lo comparto—, también debe haber distintas formas legítimas de entender lo que representa hoy la monarquía.
ResponderEliminarHe intentado argumentar con hechos y contexto. En cambio, reducir la presencia de Felipe VI en Mauthausen a su origen familiar me parece una generalización injusta que omite la evolución democrática que ha separado profundamente la institución actual del régimen del que provino su padre.
No se trata de blanquear ni de olvidar, sino de no leer el presente solo desde el pasado. Si no aceptamos que una institución puede transformarse, entonces tampoco hay espacio real para la reconciliación.
Totalmente de acuerdo con que las transformaciones son hechos, con qué la evolución es real, no me instaló en el dogma ni en el inmovilismo, de hecho no promuevo iniciativas antidemocráticas ni difundo bulos o presentó sesgos como verdades, lo que no obsta para admitir el origen de las cosas.
ResponderEliminarSe que cuesta admitir, a veces, de dónde venimos pero con un poco de voluntad y buena fé se puede conseguir.
Gracias por tu respuesta, pero creo que es momento de hablar claro.
ResponderEliminarNunca he negado el origen histórico de la monarquía parlamentaria ni su vínculo con el franquismo. Lo que he cuestionado —y sigo cuestionando— es que ese origen invalide su legitimidad actual en una democracia constitucional consolidada. Eso no es negar la historia, es interpretarla con más rigor y menos carga ideológica.
Decir que quienes no comparten tu visión “no tienen voluntad o buena fe” es una forma de descalificar sin responder. Y afirmar que tú no difundes bulos ni sesgos, dejando en el aire que otros sí lo hacen, es igualmente injusto, sobre todo cuando no se han contestado ninguno de los argumentos que he expuesto con datos, contexto y respeto.
No espero coincidencias, pero sí un debate de ideas, no de insinuaciones. Porque si vamos a hablar de historia y democracia, lo mínimo es asumir su complejidad, no encerrarse en una sola lectura como si fuera la única válida.
Gracias, de nuevo, a ti. Las cargas ideológicas son sesgos muchas veces inconscientes, así que no lo voy a discutir, quién esté libre de culpa que tire la primera piedra...no pretendo convencer a quien se ha instalado en la creencia del argumento idóneo, compartimos que la historia es evolutiva y que los factores que la componen son muchos más de los que por aquí vamos a aportar.
EliminarEl afán de simplificar impide la profundidad. Ha sido un placer.
Gracias también por el cierre, aunque no puedo evitar señalar lo evidente: has evitado responder a los argumentos concretos que te planteé, y ante cada dato, has devuelto relativismo.
ResponderEliminarDecir que “todos tenemos sesgos” o que “nadie tiene el argumento idóneo” es una forma de esquivar el fondo del debate y colocar cualquier crítica en el terreno de lo emocional o lo personal, en lugar de asumirla intelectualmente.
Yo he argumentado con hechos, contexto y matices. Tú has respondido con insinuaciones, generalizaciones y finalmente, con evasión. Lo respeto, pero creo que conviene dejarlo claro. Porque el mayor freno a la profundidad no es simplificar, sino evitar confrontar ideas de fondo.
Eso sí, hay que reconocerlo: esto sí que ha sido un blog interactivo en toda regla.
Con todo respeto, la vaguedad (subjetividad, relativismo...) que transmito es totalmente voluntaria ya que no quiero pedirte explicaciones sobre lo que afirmas, sin más, como si fueran argumentos definitivos que no tuvieras que probar, tal que Juan Carlos renunció voluntariamente o que Felipe VI es neutral.
EliminarComo sabrás uno de los partidos autoproclamados constitucionalista se abstuvo en la campaña para aprobar la Constitución, lo que no le resta legitimidad a la misma ni a ese partido ganas de defenderla hoy (para algunas cosas, eso sí), así que la evolución sigue cauces que incluyen contradicciones como las que yo aprecio en la foto.
Ahora sí, me gustaría cerrar definitivamente y así no darte pie a seguir cuestionando una manera de expresar mi opinión que no quiere ofender a nadie y que tampoco quisiera ser ofendida.