DEMOCRACIA MILITANTE (II)

 DEMOCRACIA MILITANTE (II)

eldiario.es

Esta vez es aquí, en España. Podemos tener un ejercicio de democracia militante si prospera la iniciativa del grupo de periodistas que sigue las sesiones parlamentarias, porque está hartas y hartos de no poder realizar su trabajo en condiciones normales ya que uno o dos hombres que dicen ser periodistas interrumpen el orden, faltan al respeto, insultan y prejuzgan permanentemente en cada una de las ruedas de prensa que suceden a las sesiones del Parlamento o a cualquier otra actividad política del Parlamento.

Estos hombres pertenecen a la derecha y a la ultraderecha española, actuando sin ninguna ética profesional ni cumpliendo ningún código mínimamente periodístico, hasta el punto de obligar a las personas que comparecen para informar a la ciudadanía y someterse a ls preguntas de la prensa a retirarse porque les insultan y faltan al respeto.

Para cuidar la democracia, desde la militancia, los profesionales del periodismo político han exigido que se tomen medidas para acabar con esta actitud que impide hacer su trabajo y consecuentemente informar a la ciudadanía, derecho fundamental en democracia.

La información veraz ha de llegar por los cauces legales a todas partes. Si no se consigue este derecho estaríamos en riesgo de perder más cuotas de democracia.

¿El gobierno actual tomará cartas en el asunto? De momento el PP y Vox se niegan a impedir estas prácticas deshonestas, inmorales y antidemocráticas de esos dos hombres y otros muchos en las redes sociales. ¿Habría que legislar también sobre los partidos políticos que se negaran a acatar las medidas interpuestas para defender el derecho a la información, sin intimidación, violencia o bulos?

Las imágenes mostradas, por distintos medios, del comportamiento de estos dos hombres de Vox y del PP en la Sala de prensa parlamentaria, son un insulto mayúsculo a la libertad de expresión, de información y por tanto un ataque en toda regla a la democracia española. Los códigos éticos profesionales tiene un objetivo claro, garantizar derechos e impedir vulneraciones de los mismos, que de no cumplirse han de suponer sanciones inmediatas para salvaguardar el orden democrático, en este caso en materia de información, ni más ni menos.

Las derechas, ultras o no, nunca han tenido muchos escrúpulos éticos, pero especialmente se alejan de cualquier ética cuando están en la oposición. Se han instalado en un lugar de no retorno, para desgracia de la propia democracia.