TODAS LAS SANCIONES POSIBLES A ISRAEL
Cuenca, 23/05/25
En la calle más comercial de la ciudad, más de cien personas reivindicaron pasar de las palabras a los hechos en Palestina. No es suficiente que la derecha española se sume al clamor ciudadano de todo el mundo, ni que la iglesia católica diga que se tiene que hacer algo en Gaza. Estas voces no sobran pero llegan tardísimo, lo que da qué pensar sobre su sinceridad y credibilidad. Sin embargo, para dejar claro que no son hipócritas y que creen en lo que dicen podrían demostrarlo en sus hechos. Porque a estas alturas solo valen hechos.
En los parlamentos, a todos los niveles, nacionales e internaciones, en los que puedan influir, la iglesia y la derecha han de hacerlo en favor de la justicia universal, en favor de la paz. Una, como suele hacerlo, desde el púlpito y sus empresas de comunicación. La otra con votos y asunción de responsabilidades.
La ciudadanía, por nuestra parte, tenemos que seguir hablando de Gaza, en la medida de nuestras posibilidades dejando de consumir productos israelitas y norteamericanos, apoyando a las organizaciones locales que denuncian el genocidio, posicionándonos del lado de la paz y la justicia porque los otros lados ya lo están en el crimen, la injusticia, la codicia, la maldad, la violación de los derechos humanos, el capitalismo neoliberal, el egoísmo y el dinero manchado de sangre inocente.
Han pasado 19 meses sin sanciones reales a Israel, tiempo de acumular dolor, frustración y muertos de todas las edades y condiciones. Ni la ayuda humanitaria les ha estado permitida. Los asesinatos por hambre, televisados, tienen que ser un punto de inflexión, aunque solo sea por vergüenza.
En todo el mundo se sabe, no hay lugar para querer seguir manteniendo mentiras asesinas, ya no cuela tanto cinismo y manipulación mediática. La tecnología israelita y norteamericana no pueden callar el sonido de las bombas, los gritos de auxilio, el llanto de los niños y las voces de periodistas palestinos y desplazados a Palestina.
Basta ya. Palestina libre, desde el río hasta el mar. Cada minuto que pasa sin el alto al fuego es un minuto de fracaso de la cultura occidental, de nuestra legislación, nuestra ética, nuestras creencias y nuestra democracia. Nunca más.
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