jueves, 29 de mayo de 2025

SIETE OCASIONES

 SIETE OCASIONES

Buster Keaton, 1925




El Teatro Real dispone de un espacio escénico para escolare y grupos de estudiantes de jóvenes o juniors en la Plaza Daoiz y Velarde de Madrid. Por fuera es un edificio industrial y por dentro alberga diferentes salas para montar los espectáculos de ópera y similares que organiza la institución.

Esta semana ha tenido la oportunidad de asistir con mi alumnado a la proyección de una película de hace 100 años, cuyo autor es nada más y nada menos que Buster Keaton. La calidad de la imagen es extraordinaria, y lo maravilloso de la ocasión ha sido escuchar la banda sonora en directo. Al ser una película de cine mudo, los instrumentos protagonizan cada escena aportando significado, intensidad, peligro, sosiego, inquietud, violencia, riesgo o el más puro y desinteresado amor.

Buster Keaton expresaba todo lo que el piano sonaba, todo lo que la percusión sugería, todo lo que los vientos soplaban, ya fuera la flauta, el clarinete o el trombón. La Agrupación Caspervek sonó de maravilla y posibilitó el máximo disfrute de la película muda.

La experiencia fue de lo más inmersiva en el sonido y la imagen. Resulta impensable apreciar el cine sin la música, sin el significado y sentido que en cada escena confieren los instrumentos. Yo, a veces solo miraba a los músicos y, a veces, solo miraba a la proyección, pero en todo momento sentía como una unidad inseparable el cine, la imagen y el sonido, la interpretación y la música.

Son muchas las escenas destacables de comunión entre imagen y sonido, tal vez la de las piedras rodando colina abajo que Keaton tiene que sortear para poder cumplir con su objetivo, llegar antes de las siete como hombre casado si quiere heredar una suma millonaria que le salvaría de la bancarrota.

El protagonista está enamorado de una joven que le corresponde pero a quien nunca le ha pedido matrimonio. Todo se transforma cuando le llega la noticia de la herencia millonaria con la dichosa condición. Surgen entonces todo tipo de dilemas morales que pasan por la honestidad y la necesidad, por la sinceridad y la obligación. El resto de personajes añade circunstancias cómicas, trágicas, absurdas, geniales. Destaca la idea de poner un anuncio en la prensa buscando novia y cientos de mujeres vestidas para la ceremonia inundan, literalmente, los planos en la iglesia, las calles, los campos y los montes.

La singularidad de Keaton hace que todo sea más auténtico. Su seriedad imprime más humor, más drama. Su agilidad resulta circense y atlética en innumerables escenas. Juega con los espectadores cuando hace intervenir, aunque sean unos segundos, a personajes más que secundarios para justificar una decisión del protagonista, como cuando vemos a un hombres despertar que golpea su reloj en la mesita provocando que caiga a la calle justo cuando el protagonista necesita saber la hora que es después de haberlo preguntado a varias personas, incluso a un relojero, sin éxito.

La música en directo hace que el cine mudo sea divertidísimo y toda una obra de arte actual.

Enhorabuena a la iniciativa, espero volver, mi alumnado y yo salimos encantados, comprobando que las emociones son un gran vehículo de aprendizaje.

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