LA CLASE DE GRIEGO
Han Kang, Random House, 2023
Cómo transmitir sensaciones y percepciones íntimas es difícil, especialmente sobre situaciones protagonizadas por personas que están perdiendo la vista o han perdido el habla. Son punto de partida muy extremos, radicales, con lo que la posición de la autora a la hora de escribir, sobre todo en primera persona, también es extrema y radical. Parece que lo hiciera desde un lugar inaccesible para quienes la leemos, como si estuviera en fuera de los mundos imaginados hasta ahora, desde luego vividos como físicos, reales, materiales.
Resulta una delicia la sensibilidad que exhala de lada frase, de laca palabra elegida para componer cada pensamiento o diálogo de los personajes. Me gusta mucho cómo parte de uno de ellos, se cambia al otro y acaba siendo los dos. A veces genera confusión, pero eso hace más atractiva la lectura imprimiéndole un toque detectivesco.
Todo sucede en dos países, a dos personas. Esta dualidad recorre cada página, de hecho la mayoría de los sustantivos son opuestos semánticamente hablando. Se empeña en que no quede ninguna duda sobre lo que son, sientes y hacen como elementos contrarios. Luz y oscuridad, voz y silencio, son las dos parejas que más abundan y marcan la situación, la real y la imaginada.
Sentimientos de la infancia y traumas adolescentes están en las bases personales de la pareja protagonista, que viven alrededor de la clase de griego que él imparte y a la que ella asiste como alumna. Tenía que ser este idioma clásico y Platón lo que sirviera de nexo entre ellos porque representan algo así como el origen de todo, aquello que es imprescindible para que haya algo después, la esencia, "el griego que manejaba Platón es como una fruta madura y plena a punto de caer del árbol" (pág. 29) dice el profesor. Más adelante ejemplifica en la figura de Sócrates lo parecido que son los verbos "padecer" y "aprender" tan solo distintos por la primera letra (pág. 82), la similitud entre el sueño y el invertido mundo platónico (pág. 90) o la importancia de estudiar filosofía sabiendo que se puede morir en cualquier momento (pág. 109), que llegaría el día en que perdería el mundo sensible (pág. 116).
Admira cómo emplea el lenguaje, ya sea como medio de expresión escrita o como protagonista indiscutible en la relación de los personajes. De hecho es el elemento personal del que partían por separado y al que llegan juntos. La necesidad de la palabra, escrita, pronunciada, pensada, imaginada, soñada, a punto de salir, callada.
Leer esta novela es algo más que leer literatura como quien lee cosas ajenas o impropias. Es tomar conciencia de los sentidos, de la comunicación, de las diferentes formas de estar en el mundo.
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