MY BEAUTIFUL BAGHDAD
Samir, 2021
Lugares de encuentro como una cafetería o una mezquita reflejan maneras de estar en el mismo mundo que pueden ser incompatibles si eres exiliada, si eres homosexual, si eres comunista, si eres todo a la vez o dos cosas. La vida londinense en la actualidad debería ser moderna en todos los sentidos, esto es laica y respetuosa con las diferencias humanas, sin embargo Londres, como tantas capitales del viejo continente es una metrópolis rebosante de prejuicios, estereotipos y cosmovisiones retrógradas para desgracia de la mayoría y favorecedora de todas las actitudes de los etnocentrismos clásicos, ya sea el racismo, la homofobia, el machismo o el anticomunismo.
Varios grupos de personas exiliadas de Irak tienen ideas muy diferentes sobre cómo vivir fuera de su país. Pretenden llevarlo a la práctica lo más fielmente posible. Por un lado quienes trabajan o estudian y se reúnen en una cafetería para conversar, hacer conciertos, recitales, celebraciones, tomar el te y compartir las vidas. Por otro lado fundamentalistas que usan la tecnología y otros aspectos culturales de Occidente mientras predican el Corán en su versión de sharía a jóvenes ávidos de referentes seguros que les marquen la senda por la que andar.
El director, sensible a la importancia de la mezcla cultural, expone cómo los dos grupos conviven etnocéntricamente a pesar de pertenecer a la misma familia. El drama salta por los aires cuando chocan la razón con el odio, dejando claro que no se puede permitir el fanatismo ni en su estado germinal porque, más pronto que tarde, crecerá sin parar hasta realizarse en su esplendor de horror y muerte.
La policía, los novios y la editora hacen su papel de británicos responsables, con sus dosis relativistas y sus críticas oportunas ya que la mayoría manda. Se mezcla el recuerdo de las torturas iraquíes con el interrogatorio inglés, los maridos represivos con los amantes igualitarios, el sexo prohibido con el amor libre. Dos modos antagónicos de estar en el mundo en las mismos personas.
El ritmo cada vez más trepidante hace giros descubriendo partes del final a la mitad de la película. Los protagonistas se van transformando por dentro y por fuera, con ira, amor y humor, con traiciones, mentiras y odios. Resulta muy difícil combatir las creencias dogmáticas excluyentes, nada sirve ante el fanatismo bien enseñando, la impotencia recorre a buena parte de los protagonistas pero nunca la derrota, y esto los salva junto con la certeza de que se tienen unos a otros. Nadie abandona su país para estar peor que en el propio, en su huida se lleva las cicatrices y los documentos.
La denuncia de los extremismos es tan necesaria que se agradece este tipo de cine a pesar de la violencia expresa y sugerida que aparece en la pantalla. El elenco es un lujo y el tratamiento de aspectos secundarios está tan bien construido que todo encaje sin estridencias. Los momentos de comedia y normalidad reflejan lo deseable e ideal.
Una vez más, la realidad supera a la ficción para bien y para mal. El drama del exilio ofrece nítidamente todos los dramas culturales que siembran violencias y crímenes. Samir ha dicho sobre la película que debe haber feminismo para que el mundo pueda ser mejor. Totalmente de acuerdo. Ojalá la vea mucha gente y se comente y se converse sobre la interculturalidad del género humano.
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