viernes, 19 de mayo de 2023

JOYLAND

 JOYLAND

Saim Sadiq, 2022


Esta película pakistaní elimina prejuicios y estereotipos sobre la cultura, pero especialmente la vida cotidiana, de la gente que vive hoy en grandes ciudades de Pakistán, de paso entendemos mejor a quienes siendo de allí vienen a vivir aquí.

Aparece el interior de una familia al desnudo, con su casa, habitación por habitación, incluyendo el patio y la calle, con sus miembros desde el abuelo hasta las nietas recién nacidas pasando por los hijos y sus esposas. La vida doméstica y laboral entrelazada con la religiosa y tradicional, las costumbres patriarcales, las habladurías vecinales, los roles ancestrales en los géneros, aparecen más o menos marcados en función de las escenas. 

Cuando hay que mostrar el papel de la mujer podemos ver a la madre, la cuñada, la esposa, la viuda, la tía, la niña, la amante, y el director procura que sean escenas cotidianas dando verosimilitud a cada situación y plano. Las actrices son muy buenas, aguantan primeros planos y planos psicológicos todo el tiempo. Las ropas, adornos y maquillajes ponen la nota más reconocible de su cultura para nosotros.

Cuando se trata de mostrar el papel del hombre también aparece este como abuelo patriarca, hijo cumplidor con las expectativas, hijo que decepciona a todo el mundo pero buena gente, esposo machista, cuñado cómplice, amante, vecino avergonzado, familiar machote y todos homófobos y tránsfobos como manda la sacrosanta religión incrustada en la médula de las tradiciones, ya sean laborales, familiares o rituales.

La originalidad de la película, a mi juicio, estriba en una de las tramas por ser un asunto poco cinematográfico todavía, me refiero a exponer a una persona trans como protagonista de la vida de otras personas no trans con quienes trabaja e intenta mantener una relación. La delicadeza con la que se expone este personaje, con sus humillaciones y sus logros, es extraordinaria, todo lo que le rodea está muy bien planteado, las luces, los escenarios, la música, la caracterización y hasta los tonos en que habla (hay que verla en versión original). Por esto, el otro personaje principal aparece tan comprensible y normalizador. Su relación nos da una lección de tolerancia como pocas veces hemos visto en situaciones parecidas con personajes occidentales.

Los dramas que rodean todo el rato la trama principal son la pudra y cruda realidad que se impone inexorablemente, recordándonos que hoy, en cualquier lugar del mundo, el patriarcado goza de un inmenso poder que se lleva por delante todo, incluidas a las personas más buenas e inofensivas, a las que las inocentes de cualquier juicio posible. La injusticia queda patente.

Muy recomendable. Gracias a cineclub Chaplin, en Cuenca, por la elección de esta película.

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