viernes, 26 de mayo de 2023

REFLEXIONANDO...

REFLEXIONANDO

 https://youtu.be/he26DAbk3Sw

Una vez explicado que cualquier forma de gobierno y modelo de organización política que se considere democracia ha de cumplir con los criterios de bienestar, igualdad, deliberación y autonomía, proponemos analizar nuestra democracia actual para saber si los cumple, considerándonos ciudadanía democrática, o si no considerándonos ciudadanía de una pseudo-democracia. Queda el ejercicio completo al contener teoría justificada y y argumentada racionalmente, más práctica al aplicarla a la realidad y así usar el saber para actuar. Clase normal.

C. Chaplin, en 1940, se me adelantó con su película El gran dictador, ya que con este discurso final expone los criterios democráticos abordando la parte teórica y, como no podía ser menos tratándose de un genio del buen cine, después de haber tratado la parte práctica a lo largo de toda la película hasta llegar a estos cinco últimos minutos. Primero la praxis y luego la teoría, siendo mucho más original que mis clases.

Como quiera que sea que el orden de los sumandos no altera el producto, podemos concluir que nuestra democracia actual, la que procede de los hechos históricos transcurridos desde 1940 en Occidente, no cumple con el Discurso de Chaplin, lo que es igual que decir que incumple con todos y cada uno de los criterios democráticos señalados más arriba.

En cuanto al bienestar, la democracia garantizaría el Estado social de derecho que asiste al individuo en sus necesidades como la sanidad, la educación, la vivienda, pensiones, desempleo y otras. Hoy nuestras comunidades autónomas no trabajan bien para conseguir este objetivo, algunas trabajan en la dirección contraria priorizando intereses empresariales, de todo tipo, relacionados con estos servicios públicos.

En cuanto a la igualdad, el punto de partida sería tener las mismas oportunidades o parecidas y suficientes condiciones socio-económicas como para poder ejercer los derechos y los deberes con normalidad.

Sobre la deliberación, esta supone que el consenso es el objetivo a perseguir, por lo que saber dialogar con respeto, argumentar con pruebas o discutir sosegadamente debe ser algo cultural.

Por último, si no somos sujetos autónomos nuestra participación política sería manipulación que favorece la irresponsabilidad.

Los cinco últimos minutos de la película El gran dictador son suficientes para saber cómo se llama nuestro estado político y qué somos la ciudadanía. 80 años después no hemos conseguido que nuestros deseos más naturales y sencillos se cumplan. Así que tenemos que seguir intentándolo ¿no?, pensemos a quién daremos nuestro voto para que lo use de la manera más democrática posible. Reflexionemos sobre esos cinco últimos minutos de la película, no es tanto y nos jugamos mucho.




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