viernes, 5 de julio de 2024

MªJOSÉ LLERGO EN ESTIVAL CUENCA

 LLERGO EN ESTIVAL CUENCA

4/7/24:Parador de Cuenca


Antes de anochecer impuso su voz en la Hoz del Huécar preparando la oscuridad inminente...


...y llegó la noche con una explosión de voz suave y firme, inequívocamente Llergo

No me extraña que le dieran un premio por su trabajo, esta joven mujer canta de maravilla acompañada de sonidos eléctricos y percusiones marcianas. Su voz sí que es ultrabella, su alegría en el escenario no cabía por el tamaño y tuvo que bajar a cantar entre el público, con el público para ser gozada cerca por la mayoría, con desparpajo y confianza, muy cercana, familiar, auténtica.

Las canciones sonaron muy bien, sin embargo era su voz lo que estaba por encima de toda duda razonable respecto a los estilos que fusionan y mezclan propuestas que vienen de ritmos establecidos, no diré puros porque en la cultura humana la pureza no existe, como en nada que tenga vida porque esta solo sobrevive adaptándose con cambios, más o menos perceptibles. En la música las variaciones suponen tanta riqueza que, a veces, crean novedades que se instalan como estilos, pero un poco después ya están variando otra vez, introduciendo un instrumento o eliminándolo, haciendo un giro vocal o incluyendo temas reivindicativos que suenan tradicionales porque los cambios no siempre hacen que la sociedad cambie.

Mª José, con su inmensa simpatía, conquistó a todo el público agradecido por su voz, sus creaciones, sus evoluciones, su crecimiento como artista. Un auténtico placer seguir coincidiendo con Marcos Antonio de la Osa en sus elecciones festival tras festival Estival Cuenca.

¡¡Brava la Llergo!!

martes, 2 de julio de 2024

¿SENTENCIAS JUSTAS?

 ¿SENTENCIAS JUSTAS?


A propósito de la sentencia contra el acosador de los líderes de Podemos, ha dicho el periodista M. Jabois que "la impresión que deja esta sentencia es que, a falta de no poder condenarlos a Montero e Iglesias, absuelven a sus enemigos". Y no le falta razón. Es una modalidad más de castigar a inocentes, sobre todo de enviar mensajes a la sociedad tales como no basta con las evidencias, no basta con las pruebas, puedo culparte en lugar de protegerte, cuando quieras vuelves, o sencillamente los partidos, los apellidos y las familias imparten justicia.

A partir de ahora tenemos mucho más difícil creernos que vivimos en un Estado Social y de Derecho llamado Democracia, versión monarquía parlamentaria. Claro que en nuestro caso, traemos de herencia al mismísimo franquismo entre las puñetas de jueces y los galones militares, en el Palacio Real y hasta en el Congreso de los Diputados, por no mencionar cualquier parlamento y ayuntamiento que pueblan la geografía española.

Está costando llegar a una situación cultural en la seamos iguales, nos respetemos, seamos responsables en nuestro oficio, contemos con las consecuencias de nuestros actos para el bien de la ciudadanía. Está costando adquirir la democracia elemental y básica.

Absolver al culpable es un acto de arrogancia brutal. La jueza nos dice con su sentencia que ella hace lo que quiere, aunque sea lo contrario de lo que debe. Está humillando a las víctimas a la vez que exhibe un abuso de poder sin límites, cuánto odia esta mujer y cuánto debe recibir a cambio de lo que hace, solo el placer máximo puede estar detrás de este horror judicial, propio de alguien que tiene una personalidad perversa, egocéntrica y puede que con alguna otra característica peligrosa para vivir en comunidad y ejercer un trabajo que afecta a los demás.

Desconozco si existe la especialización psicológica de personalidad jurídica, más allá del término jurídico, para estudiar el comportamiento de quienes se dedican al Derecho y lo ejercen a su arbitrio, anteponiendo sus pasiones e intereses individuales. Pudiera ser que en las facultades de Psicología tuvieran alguna explicación para el caso que nos ocupa. Es que llegado este punto necesitamos entender cómo es posible este uso de las leyes en democracia, ya que por muy simple que pudiera parecer debe haber algo más, tiene que haberlo, sino tenemos que admitir que lo ilógico gana los juicios.