ROSA REGÁS
Estaba en una terraza con amigas cuando una de ellas, con el teléfono en la mano, dijo que había fallecido Rosa Regás. La conversación se tornó en recuerdos de sus intervenciones en prensa, de sus obras y, en mi caso, de su presencia en la Fiesta del PCE hablando e Oriente Próximo, de Beirut, donde vivió y podía explicar cómo era la vida en Líbano, contrarrestando las múltiples mentiras que se publicaban sobre esta parte del mundo. Explicaba lo que suponía la guerra en esa zona del Mediterráneo, lo que suponía el regreso de las armas, el retroceso social, especialmente en las mujeres, en materia de derechos, de dignidad en la vida de las gentes corrientes. Recuerdo la mesa en la que participaba que su discurso supuso todo un ejercicio de desmixtificación, de salud informativa. La claridad de sus palabras, las anécdotas, la verdad que salía de su boca fue un jarro de agua fría para espabilarnos de la resaca contaminante de los medios de comunicación de masas, este último término en el peor de sus sentidos.
Rosa expuso su experiencia en Beirut y nos abrió una ventana de historia real y, desgraciadamente, acertó en los pronósticos de lo que sería ese preciso trozo del mundo si tomaban el poder los radicales, los extremistas, los violentos, los religiosos. La política ha de estar al margen de las creencias y ha de ser democrática hoy más que nunca.
Gracias Rosa por tus enseñanzas, ojalá la experiencia acumulada haya sido una buena compañera de viaje a lo largo de tu vida incluido el final.
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