¿REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA?
Hoy Fernando Vallespín escribe en El País a propósito de la propuesta del PSOE sobre la comunicación como elemento democrático con el fin de evitar la influencia de los bulos, especialmente por lo relacionado con la Justicia y organizaciones de ultraderecha que, basándose en noticias falsas, denuncia como si no hubiera un mañana a todo aquel que sea o pudiera ser de izquierdas, o sea a quienes impiden que gobiernen los franquistas y sus métodos antidemocráticos. El acoso y derribo como práctica habitual de ciertas ideologías está sobrepasando cualquier sentido de la responsabilidad ética y política en democracia.
Distingue el catedrático entre opinión y verdad, a modo de introducción y para justificar su propuesta final. Me ha resultado tan familiar lo que leía hasta que he caído en que es justo lo que explicamos en clase de 1º de Bachillerato en Filosofía casi cuando presentamos la materia, de hecho yo lo hago siguiendo el esquemita kantiano que distingue entre opinar, creer y saber. Una vez que esta distinción se entiende el resto del curso es solo aplicarla, complicado, muy complicado entre adolescentes. Pero parece que también lo es entre adultos, políticos, empresarios de medios de comunicación, religiosos, jueces y, lástima, entre periodista...tal vez ¡deberían volver a estudiar bachillerato!
El caso es que la propia opinión no vale nada, es tan pasajera que apenas le dedicamos tiempo, nadie se entretiene en explicar lo superficial, baladí o efímero (además no entra en selectividad). Lo que vale es el saber, lo que se demuestra, se contrasta, se discute, se argumenta, se expone mil veces a críticas, y convence no solo a quien lo expone sino a quienes están en contra previamente (convicción subjetiva y certeza objetiva).
Los hechos solían ser la clave para refutar esas tozudas opiniones que le interesaban a alguien poderoso. Sin embargo ahora los hechos no tienen valor, así que todo es manipulable por la opinión. Quienes tienen más poder en los medios influyen a más gente con sus opiniones, que no hechos ni saberes ni verdades, porque estamos entrenados, educados, en la creencia, ese tercer elemento del que habla Kant que ocupa un papel intermedio entre lo que no vale y lo que sí vale. Ese terreno de en medio (convicción subjetiva sin certeza objetiva) en el que predominan las emociones, las tradiciones, los intereses personales, podríamos decir que son el contrapoder del poder que supone mucho más poder.
Este asunto da para mucho más que una clase de bachillerato, por lo que vuelvo a Vallespín para afirmar con él que los medios de comunicación público españoles deben alejarse de repetir fórmulas de los medios de comunicación privados para que haya, en democracia es necesario, información rigurosa, verdadera, esa que es un elemento imprescindible para practicar la ciudadanía libre, igualitaria y autónoma (él cita el modelo de la BBC)
Consumo RTVE y aprecio mucho desperdicio de medios materiales, recursos humanos y oportunidades desaprovechadas. No hay prisa en dar las noticias, no hace falta que se entone un telediario como si fuera la función teatral de fin de curso, no somos incultos quienes escuchamos y vemos la 1, la 2...
Por otra parte, cualquier regeneración (en España sabemos mucho de este término, puede que en cada época histórica haya habido una ley, al menos, con esta palabra) pasa por es sistema educativo. Tal vez insistir tanto en materias de digitalización consigue que las personas no sean críticas, ni cultas y así muy fácilmente manipulables. Ah, la democracia va de la gente, de su modo de vida, sus derechos, sus posibilidades, sus servicios públicos, su bienestar y su autonomía, libertad e igualdad. Por lo tanto la regeneración democrática pasa por una buena educación crítica y unos medios públicos al servicio de la información, formación y atención de calidad, rigurosos.
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