sábado, 19 de octubre de 2024

DESPERTARES

 DESPERTARES

P. Marshall, 1990


La semana pasada coincidió el Día Mundial de la Salud Mental con la proyección de esta película en mi clase de Psicología al alumnado de bachillerato. No estaba previsto pero fue un acierto comprobar que la trama y las interpretaciones siguen despertando hoy a los adolescentes.

Debían extraer vocabulario propio de la asignatura, caracterizar a los dos protagonistas, por dentro y por fuera, indicar escenas en las que aparecieran métodos científicos destacando los pasos y conclusiones, y finalmente tenían que redactar una crítica personal. Nada de esto les ha salido bien a la primera, su cultura de análisis fílmico como herramienta pedagógica brilla por su ausencia, aunque pertenezcan a la generación más audiovisual que haya habido en nuestro país, hasta la próxima claro.

Cuando corregimos, en voz alta, sus respuestas, todos coinciden en que el final no les gusta, que hubieran preferido que acabara bien, que tanto esfuerzo, dinero, dedicación, deberían servir para curar. La verdad es que a mi también me parece tristísimo aunque mi mirada sea la de saber que la vida es como el final de esta película, de hecho está basada en casos reales y en la vida del neurólogo Oliver Sacks, quien innovó en el estudio, diagnóstico y tratamiento de muchas enfermedades mentales.

El caso es que, tengo la sensación de que cuando se celebran días mundiales como este no se aborda completamente lo que se celebra. En esta película aparece la investigación como un pilar fundamental, toda la película consiste en experimentar, realizar hipótesis, probar y probar, preguntarse, poner en común resultados, buscar analogías, entrevistar a familiares, visitar los domicilios de los pacientes, prestar mucha atención a cada novedad por pequeña que sea. La necesidad de invertir económicamente está muy presente, varias veces. No menos importante, la necesidad de convencer a quien tiene el poder para invertir, para correr riesgos, para avanzar a pesar de los fallos.

Robert de Niro y Robin Willians están extraordinarios en todo momento, sin ninguna duda, sin ellos la película habría perdido calidad, consiguen emocionar hasta al más insensible de los adolescentes haciendo que ría y llore con los personajes. 

Merece la pena comprobar cómo la evolución de la medicina requiere de la conjunción de muchos factores, como cualquier ciencia cuyo objeto de estudio es un sujeto, y este proceso depende de muchos intereses que no suelen contar cuando valoramos esos avances o los impedimentos para avanzar. Ver por dentro cómo suceden las cosas es imprescindible para saber y tomar decisiones, actuar.

Una de las cuestiones más relevantes que enseña esta película es la relación inevitable y querida entre la investigación médica y la ética. Se ve muy bien la necesidad de la bioética, la falta que hace formar al personal sanitario, investigador y familiar para llevar a cabo investigaciones, experimentos, tratamientos
y seguimientos clínicos.

Me sumo a la celebración de esta efemérides recomendando esta maravillosa película porque puede despertar a mucha gente a una realidad que está ahí al lado si no la tiene en casa ya. Deberíamos cuidarnos por empatía, pero si esta tarda en aparecer ver cine como este puede ayudar.

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