viernes, 18 de octubre de 2024

OTOÑO JUDICIAL

 OTOÑO JUDICIAL



Ahora no solo tenemos chopos naranjas y amarillos, además de cambiar los colores naturales, en España en este otoño tenemos jueces rosas, en el peor sentido de la palabra, es una especie rara, que estaba camuflada, pero que se hace eco de habladurías, rumores como los que escribe la mala prensa, la que no comprueba lo que dice, la que miente, la que publica bulos, y con esa pseudo-información monta juicios, destina cantidades de recursos humanos y económicos a crear casos de la nada para favorecer a una banda de delincuentes, componentes de un partido político acusado de corrupción con sentencias firmes, probadas y demostradas. Se las ingenian para ocupar minutos y minutos en los telediarios y así no se habla de otras cosas.

Los rosas, en el peor sentido del color, se envalentonan y van a por todas, caiga quien caiga, con el fin de poner en el poder a los corruptos confesos y demostrados. Hoy son tantos que se ven capaces de usar todas las instituciones públicas para conseguir su objetivo, las privadas ya las venían usado hace décadas. Desde las presidencias de comunidades autónomas hasta el Senado, sus togas rosas llegan a lugares de poder inimaginables antes del momento político presente.

El tono rosa es tan subido que lo inunda todo, hasta la lógica y la razón. Llegan a cuestionar que sea fiable alguien por el mero hecho de que, sin pruebas, le hayan denunciado. Las garantías mínimas de una estado social y democrático de derecho no existen para el poder rosa, basta que la mentira se repita un número de veces para que la estimen como delito, fraude o terrorismo, así la difunda un medio sin fiabilidad periodística o un grupo de abogados llamados cristianos, les da igual con tal de lucir su rosez.

Curiosamente ese poder rosa, que atiende cualquier cosa, desaparece ante los casos de pedofilia en la Iglesia, robos en el PP o fraude en la Monarquía. Iglesia, PP y Monarquía parecen tener un salvoconducto con el poder rosa, y eso que hay pruebas, muchas y variadas, de que son delincuentes, es decir sus comportamientos reiterados violan las leyes estatales, constitucionales y el más básico de los sentidos comunes, por no hablar de los mínimos valores éticos de una sociedad occidental actual.

Vivimos un otoño rosa que tiñe todo lo social, es decir lo humano, imponiendo un orden ficticio favorable a los poderes fascistas, neoliberales y contrarios a la justicia, en cualquiera de sus versiones, civil, administrativa, constitucional, social, mercantil o penal.

La sociedad está perpleja ante este color que inunda el otoño, nunca antes había sido tan invasivo, tan evidente, tan expansivo. No tenemos quitamanchas para sacarlo del espectro de la ley...¡menudo invierno se avecina con este otoño!


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