jueves, 13 de agosto de 2020

ESPECTÁCULO O RIESGO (VII)


Qué bien se camina por suelo limpio, desbrozado, junto al río Júcar, a la sombra y frescura de sus orillas, en la ciudad, en el barrio, en las afueras por la hoz, en los senderos marcados, contemplando el paisaje, todavía muy verde a pesar de estar casi a mediados de agosto.

Ocho meses después de la riada, el Ayuntamiento de Cuenca ha mandado desbrozar los caminos del Júcar. Poco a poco. Ahora solo falta que concluyan y que pongan papeleras y bancos, arreglen el vallado, saquen los árboles caídos del río que hacen diques y acumulan basura, arreglen las fuentes y pongan cartelería de información (referente al cuidado del medio, al respeto debido y sobre las especies animales y vegetales que habitan el espacio natural-urbano), como la que hay sobre las sendas.

Hay un componente fundamental para que no vuelva a tener el deplorable aspecto que ha tenido y todavía tiene por muchos tramos, me refiero a la gente que paseamos, corremos, hacemos fotos, dibujamos, escribimos, tomamos algo, o simplemente estamos por ahí, en el río. Nos toca ser normales, ni más ni menos, eso es todo. No hay que tratarnos como a niños o a ignorantes, por no decir a estúpidos e imbéciles, no, sencillamente somos ciudadanía normal, que sabe y entiende la importancia de la nuestra huella en los espacios que recorremos, aunque sea sólo un paseo, corto y una única vez.

No tiene sentido que se desbroce y encontremos papeles, botellas y plásticos por los caminos o dentro del río. Es mucho más fácil mantener que reparar (sobre todo con Administración que rápidamente delega sus responsabilidades en otros organismos con tal de no realizar la tarea urgente).

Este verano y otoño próximo, más que otros años, las hoces son de los conquenses, somos los habitantes de Cuenca quienes las cuidamos o las destruimos. Si las distintas Administraciones hacen su papel nosotros debemos hacer el nuestro, incluso si las Administraciones no lo hicieran porque lo habitamos, lo vivimos y a nadie le gusto estar entre basura oliendo mal y contaminando nuestro cuerpo y nuestra mente. Solo si cumplimos como ciudadanía responsable podemos exigir a la Administración diligencia en el cumplimiento de sus funciones que, por otra parte, deberían cumplir sin más, haya o no haya ciudadanía responsable.

Cada vez está más claro, y ahora con la pandemia es mucho más evidente que es cosa de todas y todos el cuidado y preservación del medio porque nos va la salud en ello.


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