domingo, 9 de agosto de 2020

ISMAEL SERRANO
Mota del Cuervo, Cuenca, 8/8/20


La noche nublada primero y estrellada después sirvió de escenario para la guitarra y voz del cantautor madrileño en la Semana Cultural moteña de este raro verano. Todo preparado para asistir con seguridad y tranquilidad, pudimos disfrutar de sus canciones y sus historias, más o menos personales, que nos contaba y cantaba.

Presentó canciones nuevas muy bonitas que tendremos que seguir...

Habló de las personas mientras el confinamiento, de las que casi nadie habla, con agradecimiento y reconociendo su importantísima labor y su excepcional comportamiento, el de las personas cuidadoras y las más pequeñas de la casa. Para estas últimas tuvo más tiempo y más canciones.

Amante de las estrellas, parece que le fascina el cielo, nos contó cómo se siente cuando lo contempla y lo que piensa de las propuestas científicas que lo intentan explicar. El humor, en esa voz poco humorística, se colaba entre el discurso ameno, amistoso y sugerente de los mundos paralelos y el principio de incertidumbre, incluso de la llegada a la luna y la vida inteligente más allá de la Tierra.

Emociona, gusta, transmite con tranquilidad hechos y ficciones que van sucediéndose a lo largo del concierto casi sin darte cuenta y que cuando se despide, miras el reloj, compruebas que ha pasado más de una hora y ni nos hemos movido de la silla en la que estábamos pegados por el calor y el interés placentero que nos transmite su guitarra y su voz.  

Un cantautor solo, como los buenos, como los de siempre, cantando sobre la vida, sobre muchas maneras de vivirla, de aceptarla o de negarla, de sufrirla y de amarla, con su chispa de ingenuidad y de tristeza, de alegría y de combate, de memoria reciente y de familia.

Gracias al Ayuntamiento de Mota de Cuervo por esta oportunidad que, hasta que no la vives, no te das cuenta de lo necesaria que es. Este presente, sin precedentes, nos está cambiando sin pedir permiso y sin tregua, así que un concierto seguro, mejor si es de Ismael Serrano, al aire libre, bajo las estrellas manchegas ha sido un buen bálsamo para la mente y para el cuerpo.     

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