MADUREZ EN SELECTIVIDAD...¡¡POR FIN!!
A la espera de ver el resultado del proceso de elaboración de las nuevas pruebas de acceso a la universidad española, ya suena bien el hecho de que no se repitan los exámenes del bachillerato ni se exija un aprendizaje memorístico en exceso.
El proceso ha de ser sosegado y sus resultados con perspectiva de duración, así que el análisis de la sociedad presente y futura debería estar en la base de cualquier propuesta y discusión. Aquí tomar conciencia de lo que significa la educación pública es fundamental para que evitar sesgos de clases, económicos, de género, geográficos, ideológicos o de cualquier otra índole. Garantizar el acceso a los estudios superiores en condiciones de igualdad en todo el territorio nacional ha de ser una prioridad y un requisito imprescindible.
Como profesora de bachillerato estoy harta de estar condicionada todo el curso por el dichoso examen de junio o julio. Mi alumnado sufre estrés innecesario y sus familias preocupaciones excesivas sobre las posibilidades del futuro de sus hijas/os ya sea por sus economías o por sus expectativas que, en cualquier caso, pesan sobre el rendimiento académico constantemente.
Cuando yo era estudiante hicimos huelgas y nos manifestamos en contra de este examen sin sentido, porque si hay mucha demanda de ciertos grados podrían hacerse pruebas específicas para pasar, pero generalizar pruebas que determinan qué grado hacer es justo lo contrario del sentido común. El alumnado no sabe lo que estudiará porque todo depende de notas del año anterior (las de corte) y el examen dichoso.
Parece todo un negocio de matrículas y másteres. Muchas veces se matriculan en lo que pueden (según baremos) y no les va bien, por lo que han de volver a matricularse en otra cosa al curso siguiente habiendo realizado nuevos exámenes (tasas) o aguantando los cuatro cursos del grado hasta poder especializarse en algo que les satisfaga en los másteres (carísimos).
Deseo que vayan cambiando las cosas, es una necesidad imperiosa. Ojalá no metan mucho la pata ni en el proceso ni, desde luego, en los resultados finales que configuren las pruebas de madurez. Aunque sigo pensando que lo ideal sería eliminar el examen y realizar pruebas solo en aquellos grados en los que la oferta se vea superada por la demanda. De esta manera el Bachillerato podría ser una auténtica enseñanza y no una mera academia de preparación de "selectividades". Por fin podríamos programar cursos interesantes para el alumnado y el profesorado, seguramente contribuirían a la madurez real, en sentido personal y social y no seguir con enseñanzas estándares y notas homogeneizantes.
Veremos...
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