jueves, 23 de julio de 2020

LOS ÁRBOLES TE ENSEÑARÁN A VER EL BOSQUE
Joaquín Araújo, Crítica, 2020


 Entre cifras, citas, poemas, nombres de árboles, parajes naturales, currículo profesional del autor, dibujos y otras reflexiones, así transcurre este libro que interpela desde la primera página a nuestra conciencia, a nuestros principios y valores personales. Es un toque de atención a la ética imperante y a sus consecuencias sociales, no solo naturales como pudiera parecer tratándose de un naturalista como Araújo quien lo dice. Y es que una cosa va con la otra, esto es el leitmotiv del libro. No se puede vivir de espaldas a la naturaleza, la sociedad humana es animal, es natural.

Nuestra comodidad actual supone un ecocidio como pocas veces antes en la historia, afirma el autor y lo argumenta de manera incontestable, me temo. Es consciente de lo que supone crear conciencia sobre ecología, aunque en general crear conciencia incomoda siempre, sucede con asuntos como el feminismo, la tolerancia, las libertades, el laicismo...el respeto a los demás, sean humanos o animales y plantas.

He de reconocer que me ha sorprendido alguna ausencia en esa permanente referencia a obras y autores que escriben sobre los árboles. Pienso en el libro de Marcos Ana Decidme cómo es un árbol, lleno de poesía y realidad que tanto aprecia el naturalista y asocia a los beneficios de estar emboscado.

Pero más allá de echar de menos referentes en este libro plagado de ellos, cada cual pensará en autores o autoras distintos, el contagio a apreciar a los árboles es innegable e impagable. Ya no puedo ver un árbol como antes, mucho menos caminar en un bosque, pasear en un jardín o simplemente, contemplar un paisaje natural.

Araújo disecciona el árbol desde la raíz hasta la hoja y su fruto, pasando por el tronco y la corteza, las ramas y la savia. Nada se le escapa. Hace una radiografía muy didáctica y amena. Enseña e invita a observar, no solo mirar, para al saber actuar en consecuencia, ser responsables, es decir, prácticos, útiles, listos!!

Habla de todos los problemas que aquejan a los árboles en el mundo actual, siendo el mayor de ellos el ser humano y su modo de vida que, al ser globalizada, supone un permanente y omnipresente riesgo y peligro de la naturaleza actual y futura. Relaciona bien el tiempo y el espacio partiendo de lo local. Esto me recuerda al viejo lema ecologista piensa globalmente, actúa localmente tan sensato e irrefutable.

Su tarea divulgadora no tiene precio, aunque a veces parezca demasiado insistente, le sobran motivos para incidir en la urgencia de cuidar los bosques, de plantar árboles, de actuar ante el cambio climático, ante pandemias, de llamar la atención a políticos e instituciones por sus decisiones mundiales. La salud es un asunto muy serio y debería primar por encima de cualquier otro interés.

Es propositivo, animoso, entusiasta y hasta ingenuo a veces.

Algunos párrafos los usará en clase, para la materia Valores Éticos, cuando enseñemos ecología, economía, salud, civismo, política, respeto. También para la materia Filosofía, cuando enseñemos el Principio de Responsabilidad que contiene la toma de decisiones desde el conocimiento y la asunción de lo que se vota atendiendo a las personas vivas y a las que han de venir. Así que no solo es un libro de Botánica o Biología...




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