LOS SUEÑOS DE SIMPLON
George Sand, Ediciones Gaviota, 2005
En este cuento de 147 páginas, ilustrado por el hijo de la autora, el protagonista mantiene fielmente, desde el principio hasta el final, su actitud de preferir la bondad a la maldad, el amor al odio, a pesar de las consecuencias, por muy nefastas que estas sean. Tiene oportunidades de riqueza, de poder, hasta de inmortalidad que irá sopesando y rechazando en favor de la felicidad de los demás.
Es una fábula a ratos. Es una metáfora de los valores cívicos universales. Es una contienda entre el bien y el mal, con sus guerras, sus traiciones, sus abusos, sus muertes. La justicia y la injusticia, basadas en el poder físico, en el número de adeptos, en las lealtades y dominios, en las recompensas y en los castigos, imponen sus veredictos durante décadas.
Las pasiones más arraigadas a las costumbres más anticuadas se cuestionan al mostrarse inhumanas, en forma de insectos armados y despiadados. Los vicios más sucios, los fines más egoístas y perversos aparecen como despreciables ante la actitud de un niño ingenuo, iluso e ignorante.
Hechizos, magia, metaformosis, conocimiento de la naturaleza, de jardín al menos, componen un panorama que bien podría ser una propuesta política. Parece una utopía propia del Renacimiento, con sus aspectos realistas, aunque camuflados en sueños, que quisiera ofrecer la construcción de un mundo feliz. Parece que la autora, muy experimentada cuando escribe este libro, tiene conciencia de lo mal organizada que está su sociedad, de lo mal que viven las gentes pobres, de lo mal repartido que están las riquezas y de cómo se podrían hacer las cosas para mejorar un poco la vida de quienes menos tienen, de quines son peores tratados.
Para publicar, la parisina Amandine Aurore Lucile Dupin, usó un seudónimo masculino, consciente de las dificultades de su sexo para triunfar como escritora. En el siglo XIX todo era posible porque la Ilustración había imaginado sociedades nuevas para el bienestar social, aunque no contara con la igualdad entre mujeres y hombres. Nunca se contó con este detalle...de hecho hoy sigue siendo un escollo para practicar la Ilustración kantiana, esa que cosiste en servirnos de nuestra propia inteligencia y ser autónomos usando la razón.
El caso es que una mujer, con un tipo de vida poco convencional, escribe sobre ética y política a través de un cuento, recurso este muy usado en filosofía desde los antiguos con sus versiones individuales ya fueran diálogos, fábulas, tragedias o comedias.
Muy de la época es apoyar el interés general, defender lo mejor para la mayoría, pensar en el futuro próspero y beneficioso de la sociedad aunque ello suponga tener que tomar decisiones individuales perjudiciales. Los medios, los fines, las cantidades, lo común, lo social, en definitiva insectos que viven perfectamente ordenados en muchedumbres representan a los humanos que vivimos imperfectamente en ciudades y pueblos.
No me esperaba el género ni el contenido cuando le pedí a Lupe, mi bibliotecaria favorita, el ejemplar de George Sand que había en su biblioteca, buscando literatura para mi alumnado de la ESO. Ha sido un gratificante descubrimiento
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