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Julio Medem, 2015
Esta vez no caen vacas del cielo ni el cuerpo desnudo de las mujeres ocupa la pantalla todo el rato.
Un punto surrealista, del exceso de luz, está presente en cada fotografa, en cada escena y personaje. Nunca antes habían sido los secundarios tan protagonistas. Tosar, en silencio permanente, encarna el sufrimiento, el amor, la lealtad y la protección como pocos, apenas habla, apenas está pero se nota, es necesario así. Etxeandia, un médico imposible que canta por no llorar y que contiene amistad y comprensión en la misma medida que desilusión y decepción. Los demás componen la comparsa perfectamente dirigida para dar a entender todo lo que Penélope Cruz no refleja, algo así como la verdad, la realidad de la enfermedad del cáncer de mama.
Cuando una mujer va al médico porque se ha descubierto un bulto en un pecho no es ella, su cabeza ha empezado a mutar en otra persona, la que no puede elegir sobre su tiempo y su identidad, sobre sus relaciones, su trabajo, su familia...
Plantear la mortalidad cruel del cáncer de mama y resolverlo con un parto de una bebé sana no es muy normal. En esto se nota la mano de Medem, a quien lo normal no le va mucho, es capaz de llevarte a otro planeta partiendo de una escena anodina y hacer que la historia se sostenga.
A mi edad es inevitable pensar, por el tema, en muchas mujeres conocidas que han sufrido y sufren este cáncer, en sus tratamientos, en sus secuelas, en sus reacciones y, especialmente, en las de los demás, en sus hijos e hijas, en sus maridos o parejas, en sus amistades y conocidos o en sus compañeros de trabajo. Cualquier cosa que pueda decir al respecto sería una nimiedad.
Por otra parte, los estados por los que pasa la protagonista, perfectamente ilustrados en el vestuario, maquillaje, luz y sonido, transmiten una alegría e inconformismo de agradecer ante el drama, la cordura junto a la locura, la sencillez dentro de la comodidad que da el dinero, la belleza en la destrucción corporal, todo los dualismos están para hacer soportable lo insoportable. Aquí, en esto, el cine es una necesidad.
Todos los días sucede que una mujer se encuentra nódulos mamarios. La investigación sobre el cáncer no debe tener recortes. La formación sobre el tratamiento tecnológico y humano de esta enfermedad no debe escatimarse. Los cuidados necesarios han de llegar a todas y cada una de las personas afectadas, no puede ser que la suerte tenga tanto que decir en la vida.
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