EMPIEZA ABRIL EN LOS HUMEDALES MANCHEGOS
Las temperaturas agradables al atardecer provocan paseos en el campo. En Mota del cuervo, al sur de la provincia de Cuenca, las Lagunas de Manjavacas son un lugar paradisíaco, a pesar de los mosquitos que aparecen justo en la puesta de sol.
Los flamencos son los dueños de los humedales, dentro del agua no tienen rival y fuera, en el cielo, cuando vuelan son majestuosamente asombrosos. Si tienes suerte y ves los giros en el aire puedes advertir el color naranja del interior de las plumas, intenso, llamativo, distorsionante, como su figura larga y estrecha.
La llanura permite advertir horizontes anchos recortando arbustos y juncos por aquí, alguna casa de campo por allá y una ermita con un pinar que la acerca a los viñedos. En este paisaje, las puestas de sol son sencillamente bellas, tranquilas, envolventes, atrapadoras.
El sonido de decenas de aves diferentes te transporta a otras latitudes planetarias. A veces son graznidos graves, otras agudos, unas veces cortos, que cuesta apreciarlos, y otras largos, modulados. Hay un auténtico coro que, en época de grullas, es un gallinero babélico de chillidos.
Empieza abril en La Mancha y la luz amarillenta en exceso por la calima del desierto africano inunda el ambiente de vida, o mejor de vidas, variadas, muchas.
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