viernes, 30 de abril de 2021

Coixet en Benidorm.

 NIEVA EN BENIDORM

Isabel Coixet, 2020



Muchas personas dicen sentirse decepcionadas con la última de I. Coixet, tal vez por las enormes expectativas que van por delante de los trabajos de esta excelente cineasta, tal vez porque la historia no se cierra, o tal vez por otros motivos. El caso es que a mi sí me gustó y no me decepcionó en absoluto.

Me gustaron los actores, los planos, la música, la historia, el final y sobre todo la manera en que todo encaja para ser la película.

Los primeros minutos en Manchester son pura realización marca Coixet, incluida la lavandería y los planos fijos para ver moverse a Timothy Spall, torpemente a veces, en su medio natural, su casa, su oficina, su cámara de fotos y su té con galletas. Qué bien muestra en poco tiempo la vida de un personaje, consigue que nos imaginemos cincuenta y pico años de una persona con bastante claridad como para no equivocarnos en el transcurrir del guion.

Cuando centra la acción en Benidorm, donde sucede todo o casi nada, nos lleva en taxi a apartamentos de turistas, probablemente lo más característico del lugar. Después a las noches de juerga de los guiris y a los paisajes de altura sobre el mar y el cielo. No aparecían vascos, qué raro!

A ratos pensaba en las películas de Almodóvar, por los colores, las situaciones de amor, de supersticiones, de supervivencia, de dobles vidas y corrupciones varias. Lugares como una carnicería o un club nocturno podrían ser escenarios del manchego en cualquiera de sus películas.

La soledad, la segunda y la tercera edad componen el telón de fondo de la trama, son más bien el marco en el sucede lo que sucede, encuentros y esperas, idiomas que se cruzan en poesía y policías, deseos incumplidos y futuros de tranquilidad. Todo aderezado con los elementos repetidos en sus anteriores películas como libros, japoneses, urbanismo moderno y el mar.

Me reconforta el sentido del humor y la incertidumbre en una etapa de la vida que requiere certezas y pocos cambios de humor. La combinación de personalidades muy distintas en los protagonistas ofrece posibilidades nuevas en las relaciones que el buen cine suele mostrar. ¿Por qué no?


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