martes, 13 de abril de 2021

BOLLAÍN

 LA BODA DE ROSA

Icíar Bollaín, 2020



Hace veinticinco de la película Hola, ¿estás sola? y sigo viendo a Candela Peña con frescura y la historia que protagoniza como original, como en aquella ocasión. Conservar frescura y originalidad después tanto tiempo es una virtud fundamental para seguir haciendo cine de calidad, en esta ocasión las tienen la actriz y la directora y además el elenco entero de La boda de Rosa, especialmente Sergi López que lo borda.

Me parece que ya se ha dicho todo sobre esta película, así que solo quisiera añadir que, tal vez esté dicho también, la credibilidad de la historia está en la interpretación de los actores. Algo obvio pero en este caso fundamental. Probablemente el enganche con la trama solo es posible gracias a Peña, Poza y López (los secundarios también empezando por Barea). Insisto en destacar a Sergi, creo que es la figura más redonda de la película, desde el principio hasta el final, refleja muy bien su posición en la familia, y en la suya propia, su capacidad de decisión para contentar a todo el mundo, para echar una mano, para anticiparse y resolver, sus iniciativas creativas, ambiciosas, generosas y sorprendentes le convierten en el eterno perdedor y el más querido por sus fracasos, objeto de burlas y menosprecios (cuerpo, hijos, esposa, padre), sincero hasta no poder serlo más, vulnerable y alegre, incapaz de aceptar un no por respuesta. Sergi insiste hasta la traca final y más allá, desde la bondad aunque suponga cierta dosis de abuso de confianza con su hermana.

El cine de Icíar Bollaín siempre contiene denuncia social, más o menos soterrada o explícita. Aquí ciertos convencionalismos familiares y roles de género saltan por los aires. Reivindicar la autonomía a cierta edad es tomar una posición muy valiente, con lo que cuesta cambiar y enfrentar las críticas. Pero ahí está Candela, para hacerlo de maravilla, con esa cara y esos gestos, desenvolviéndose entre telas o corriendo un maratón, perfectamente incrustada en el paisaje valenciano, playero.

No hay personajes menores en las películas de Bollaín, son muy contundentes los que están en los alrededores de los protagonistas, de hecho, la hermana, Nathalie provoca el giro para el final feliz. Y eso, el final feliz es muy de agradecer porque tanta credibilidad y cotidianidad requieren finales felices para dejar bien a los espectadores, cargados de emociones y carcajadas.

La luz es esencial, muy exigente en los planos cortos y en los paisajes. La música muy vital, marchosa, en los créditos la voz de Rozalén le va como anillo al dedo, y el valenciano suena tan agradable...

Muy recomendable verla


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