jueves, 22 de abril de 2021

EL LECTOR DE JULIO VERNE

 EL LECTOR DE JULIO VERNE

Almudena Grandes, Tusquets, 2012


Importa la veracidad de la narración para que te enganche su lectura. Almudena se documenta bien para crear unos personajes que tienen mucha parte de realidad, en ocasiones son completamente reales y en otras los construye con parches que ha ido escuchando, leyendo o imaginando gracias a las voces que vivieron lo que cuenta.

Conocer la historia de los cuarteles rurales de la Guardia Civil  durante los años 40 por la mirada de un niño de 10 años que vive en uno de ellos en la provincia de Jaén es conocer la situación española de miles de españoles inhumanizados por el horror de la guerra civil y las leyes fascistas de reciente creación. Los vecinos de un mismo pueblo divididos, familias divididas, amigos divididos, la escuela tomando parte, la iglesia con el poder fascista, el monte como salida digna y las torturas y vigilancia como la amenaza directa que conseguía sumisión.

En un clima asfixiante como ese ser niño no debió ser nada fácil. Ser niño inteligente mucho menos.

Almudena ama la literatura y en esta novela nos lo enseña sin disimulo, hace que la lectura sea una tabla de salvación del protagonista que no solo le librará del tedio sino que le proporcionará alimento intelectual para el resto de su vida. Una infancia no está completa sin la lectura, así que la madurez no podrá ser completa si la infancia no lo fue. Las posibilidades que ofrece un libro de Julio Verne o R.L. Steveson son insospechadas en un contexto en el que te juegas la vida, la de tu padre y la normalidad de la vida del resto de la familia.

Las personas que tuvieron que vivir de acuerdo con lo que no creían, con lo que no sentían, con lo que no eran, tuvieron una vida complicada de disimulos, precauciones y mentiras que les podía llevar a correr riesgos vitales. Algunas de ellas eran Guardias Civiles. Debió ser terrible.

Me gusta mucho la maestría de la autora con el lenguaje en los diálogos, en los nombres y en los ambientes costumbristas que describe. Consigue que sintamos lo que siente el protagonista, ya sea miedo, admiración o injusticia. Los personajes de esta obra, mujeres y hombres, niños y niñas, son de carne y hueso, así los podemos percibir desde la primera página con "La gente dice que en Andalucía siempre hace buen tiempo, pero en mi pueblo, en invierno, nos morimos de frío" como comienzo, insinuando que nada es como parece o que hay más versiones de los hechos que las que cuenta la mayoría.

Esta obra forma parte de "episodios de una guerra interminable" pero no es necesario leer el resto de los títulos para apreciar la fuerza que transmite la palabra "episodios", es muy fácil suponer la cantidad de maneras de vivir que hubo de inventarse en España en la posguerra hasta el tardo franquismo. Y, sobre todo, es muy fácil de comprobar lo de "interminable" cuando vemos los telediarios dando noticias políticas de el Congreso actualmente o la actual Campaña Electoral en Madrid. Los ecos de la intolerancia y los abusos llegan hasta nuestras casas hoy.

Leer a Almudena Grandes suele ser un placer, en este caso también aunque nos haga estremecer de rabia y nos traiga explicaciones para entender el presente español, precisamente por ello el placer es auténtico, como el que sentía Nino.

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