viernes, 30 de abril de 2021

CUENCA EN PRIMAVERA.

 PRIMAVERA CONQUENSE DEL 21



Que ni el viento la toque porque tiene

pena de muerte el viento si la toca...


Esta primavera está conquistando cada rincón, cada suelo, cada escalera, cada centímetro de arena entre las baldosas de las aceras, cada pared descuidada, cada tronco de árbol y cada rama. El río suena y no solo es agua, la variedad de cantos por la mañana despierta los sentidos taciturnos del sueño que se espabilan con los trinos. Los cielos se pueblan y repueblan de nubes grandes, iluminadas hasta tarde, contorneadas de colores pasteles y de vez en cuando atravesadas de arcoíris.

Hay cuatro taráis entre el río y el mercadillo. Estos tamarindos violáceos nos regalan sus peculiares ramas floridas como cintas de algodón al viento que las mueve, suave unas veces y violenta otras. Cuando cambien de color pasarán desapercibidos hasta la próxima primavera. Su peculiar manera de florecer les ha validos nombres como mimosas, lilas y otros errores comunes. Pero inequívocamente son bellos y contribuyen a la belleza de su alrededor.

Sin embargo, lejos de querer que se toque lo que es bueno y bonito, quisiera que la ciudadanía gozara de la naturaleza que nos ofrece esta ciudad nuestra. Y por seguir queriendo quisiera que el Ayuntamiento ejerciera como tal y conservara los espacios naturales con la intervención justa, la necesaria, poniendo bancos y papeleras, farolas y barandillas, donde se necesiten, podando y alimentando las plantas, los árboles y los arbustos, que la ribera del Júcar no mostrara los plásticos de la riada de hace año y medio, que las tapas de alcantarillado y puntos de luz del suelo no estuvieran rodeadas de hierba, aunque le dan un toque verde fresco que rejuvenece la política municipal.

Siempre hay trabajo en nuestra ciudad para conservarla. Los empleos relacionados con la naturaleza deberían ser numerosos ahora. Es una gran inversión, una necesaria inversión, hacer políticas de empleo "verde" en Cuenca y alrededores claro.

Resulta triste ver el estado de ciertas zonas de la ciudad, abandonadas, asilvestradas, olvidadas de la mano y decisión pública. En realidad, más que triste es indignante. Cuántas rutas botánicas, paseos botánicos, espacios agradables para mayores y pequeños, para estudiantes e investigadores podríamos tener. Cuenca es naturaleza, no solo cultura del descuido, de la inacción y dela estupidez.


El bienestar de la ciudadanía crecería con un medio ambiente de calidad. Prácticamente lo tenemos, solo falta nuestra responsabilidad, la de cada cual y la de la administración. ¿Cuándo llegarán?

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