PAROT
Pilar Nadal, 2021
Serie de diez capítulos cuya trama policial, con historias de amor incluidas, muestra las diferentes interpretaciones que tiene la Justicia en la vida diaria de las víctimas y de los victimarios. Sucede en 2013, cuando se deroga la Doctrina Parot y se excarcelan a presos de sangre, violadores y agresores sexuales, gracias al Tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos.
"Si no hay Justicia, hay que crearla" dice un personaje clave al entender que la Justicia que anula la llamada Doctrina Parot (contaba el total de años por cada condena a la hora de conceder permisos y excarcelaciones y no el máximo legal que era de 30 años desde 1973. Se impuso contra el etarra Henri Parot en 2006) no es Justicia.
Los dilemas morales que suelen aparecer en casos judiciales y policiales, aquí se ven condicionados por la profesión de una de las víctimas de violación, cuyo violador sale de la cárcel y ella debe proteger porque es policía.
La ficción recrea un escenario curioso que, una vez vistos los primeros capítulos, es perfectamente previsible el desenlace, aunque esto no supone que pierda el interés, más bien sucede al contrario, las interpretaciones de los personajes y la dirección de las escenas anima a seguir la historia hasta el final.
Lo que más me ha gustado es la verdad que contiene en lo referente a la credibilidad de las víctimas. Recrea bien cómo cuesta creer a las mujeres víctimas de violación y agresión sexuales. Las emociones que tanto nos salvan, a veces nos pueden hundir en el fango de la incredulidad. Las víctimas por estar afectadas no son capaces, tienen debilidades, se justifica cualquier acción o idea que no se ajuste a lo que se espera de ella como consecuencia de su afectación. En esto, Adriana Ugalde refleja bien con su rostro, encajado casi siempre, tenso y torturado por dentro, el estado de angustia de quien sabe con certeza y no puede demostrar nada.
Pasa todos los días: la palabra de la mujer no se cree.
La impotencia, la desconfianza, la distancia de la protagonista junto con la ironía, la jerarquía y la sobreprotección de los demás personajes van construyendo la historia que contiene, a ratos, aspectos rocambolescos y excesivos, y, a ratos, sucesos totalmente esperables. El elenco de actores salva los trastos, todos y cada uno mejoran el guion.
Hay un elemento que me encuentro últimamente en literatura también, es el papel que juega la prensa en materia de privacidad tanto de víctimas como de asesinos. Aparece como un agente social determinante, manipulado y manipulador, capaz de juzgar y condenar a las personas con noticias sacadas de contexto, sin comprobar o sencillamente por dar primicias rápidas y abrir telediarios. Este hecho actual puede decidir sobre el bienestar de las personas y la moralidad no suele acompañarlo, más bien, resulta casi siempre inmoral el trato carroñero que la prensa hace con lo que sabe y con lo que se inventa.
El periodismo, la psiquiatría, la policía y la judicatura son profesiones cargadas de "mochilas" no siempre facilitadoras de buenos y honrosos fines, o al menos, de los fines que se esperan de dichos trabajos que son funciones sociales importantes en una estado social y democrático de derecho.
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