J.J. Millás

 JUAN JOSÉ MILLÁS

A vivir, Cadena SER, 24/10/21

Esta mañana ha estado sembrado, desde el principio hasta el final, de 9 a 10, ha sido J.J. Millás en estado puro, saliendo de su casa, cogiendo el metro para ir a la radio.

Se equivoca de estación y tiene que andar unos minutos, mientras lo hace observa, ve y oye cosas que puede que nadie más vea ni oiga como una familia de rumanos al lado de unas obras junto a una conocida cadena de café...recuerda que a veces se producen cortes de agua y el suministro queda reducido a unas pocas horas al día para destacar la importancia de hablar bien porque pudiera ser que si hubiera cortes de palabras tendríamos más cuidado con lo que decimos para que fuera eficiente la conversación y no perdiéramos la oportunidad de comunicarnos de la manera más útil posible.

Cita la actualidad política, como siempre de manera oportuna y certera, recordando la politización de la Justicia en manos del PP, que aunque dicen querer despolitizarla nombran a personas de su partido o afines como jueces y juezas, creándonos a la ciudadanía, una especie de "disonancia cognitiva" lo que le ha llevado a Villarejo, al Emérito y a la castración química, resultando un momento de hilaridad difícil de contener.

La facilidad con la que asocia palabras y situaciones es extraordinaria. Desde casa consigues tener en mente a personas y acciones ridículas y posibles a la vez. El caso es que todo lo que dice tiene sentido, un curioso sentido crítico, humorístico y mordaz que avergüenza a la sociedad española, que muestra un clima de estupidez de gran calibre y de parálisis social importante y decepcionante.

Además de apelar ala necesaria complejidad moral de deben tener las personas que ocupan ciertos cargos como comisarios, espías, reyes, jueces, cita a Le Carré y Shakespeare como modelos a seguir para evitar esa falta de moral profesional. Entonces la risa vuelve a sonar alto en la cocina.

El final tenía que estar a la altura y nos ha dicho Millás que "no sabemos para quién follamos" cuando follamos y además que presumimos de ello, especialmente los machos. Así que llegado a esta punto, he prestado toda la atención posible para seguir el argumento y debo reconocer que la conclusión, entrecomillada, es razonable.