NINFA ROTA
Alfredo Gómez Cerdá, Anaya, 2019
Escribir como terapia psicológica, en la adolescencia, después de una relación amorosa con final desdichado. En primera persona.
Se suceden sueños y experiencia real, entre recuerdos y deseos, o sea, entre la infancia y ser mayor.
La protagonista cuenta sus inseguridades sobre su relación con su novio porque todo el mundo piensa una cosa de esa relación y ella la contraria. ¿Cómo es posible?
La amiga del alma, lo sabe todo y lo sabe bien, es ignorada y ninguneada ante la influencia del chico. La familia ignorante sólo interviene al final y muy sutilmente, por lo que todo el peso de las decisiones recae sobre la protagonista. Por esto está bien, porque entre el pensamiento de ella y el lector o lectora no hay nadie más, ni siquiera en la propia novela.
El contexto es hoy, así que hay instituto, teléfono móvil, parques, fiestas de cumpleaños, conciertos y cine. Además mitología!!
Trata bien las constantes dudas, los sentimientos fuertes, las atracciones inevitables y también las emociones, todas las emociones, las buenas y las malas. Puede provocar cuestionarse la amistad, la seducción, el amor, las relaciones vía móvil...el universo adolescente.
Todo el tiempo sabemos que lo bueno es el respeto y la libertad aunque la protagonista parece no saber el significado de estas palabras que ha aprendido bien en casa y con sus amigas. La violencia jamás está justificada, el control o las pruebas relacionadas con el enamoramiento, el noviazgo, que resultan posesivas y esclavizan, aparecen reales y sin fisuras. Hay mensaje claro, pero el autor lo presenta como confuso por ser la autora una adolescente. Esto es lo peor de la novela.
Sirve para avalar convicciones feministas, al menos.
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