LA GUERRA Y LA ÉTICA
Soy consciente de que en estos momentos existen muchas guerras en muchos lugares, algunas desde hace mucho tiempo, aunque solo televisen e informen sobre una, aunque solo se reúnan mandatarios y su dinero para una, aunque solo nos lleguen refugiados/as de una. Las decisiones que mandan matar y destruir son las mismas donde quieran que sucedan, con los mismos resultados.
Hans Jonas, en 1979, publicó El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tecnológica, en el que explica el riesgo que se corre si dejamos en manos de cualquiera el poder, especialmente en lo relativo al poder sobre las armas y sobre el genoma humano. Aparentemente son dos poderes separados pero cada día están más cerca...la naturaleza humana, siempre en evolución, hoy constituye una amenaza para sí misma.
Para el filósofo alemán, hace falta una nueva ética que pueda dar respuesta a las novedosas acciones humanas surgidas de las tecnologías crecientes, hiper-poderosas, que incluya una nueva humildad ante lo que ignoramos sobre las consecuencias de nuestras actos poderosos tecnológicamente. Según nos dice, deberíamos ejercer una moderación responsable ante la posesión de tanto saber, de tanto poder ya que nunca antes ha sucedido nada igual. No hay referentes de lo que somos capaces de hacer con lo que hemos sido capaces de inventar.
En el primer capítulo ya advierte (en la página 56, Herder, 2015) de un aspecto digno de mención (...) la duda sobre la capacidad del gobierno representativo para responder adecuadamente con sus principios y procedimientos habituales a las nuevas exigencias, ya que el futuro no está representado por ningún grupo político. Todo responde al corto plazo, a la inmediatez, al aquí y ahora, aunque los hechos tengan consecuencias desastrosas demostradas y también imprevistas, desconocidas, azarosas.
Aunque hayan pasados 43 años desde su publicación, sigue siendo urgente atender las cuestiones éticas en las decisiones políticas, geopolíticas, macropolíticas, neopolíticas actuales, hacerse preguntas, plantear respuestas, dialogar, saber, tener en cuenta el futuro, porque el futuro de la humanidad está en juego.
Hoy vivimos en la era de las telecomunicaciones, es posible mantener conversaciones a miles de kilómetros de distancia, en todos los idiomas, sobre cualquier asunto. Es difícil ocultar información. Es muy fácil desmontar propagandas. La manipulación social nos acompaña desde hace décadas, el mismo tiempo que venimos disfrutando de los avances tecnológicos a todos los niveles. Hay intereses económicos dominantes que se filtran por los poros de cualquier dirigente local, nacional y mundial. Y el saber es poder, no hay dudas al respecto, por lo que hay que contar con la ética siempre, ha de ser lo primero a sentarse en la mesa, aunque sea la exagerada mesa putina o equivalente.
Las guerras no son naturales y lo artificial ha de tener unas normas. En el momento de acordarlas se deben poner todos los medios para que no sean violadas, se ha de tomar todas las medidas de prevención y precaución, se ha ser autovigilante y exigir autovigilancia del resto.
Una vez que se ha secuestrado la ética, se la ha amordazado, torturado y se pretende destruir, puede suceder cualquier cosa, la improvisación está servida. Hasta que lleguen y se asienten nuevas normas éticas, hasta que se discuta y se materialice un nuevo plan, la vida humana desaparece, porque lo humano es cumplir las normas, las propias normas mejor. El Principio de responsabilidad de Jonas supone tener toda la información veraz, dialogar en igualdad y pensar en el futuro antes de decidir.
¿Qué orden mundial va a venir ahora? como no se ha pensado en el futuro a la hora de decidir, como se han tomado decisiones atendiendo exclusivamente el presente, en la era de la máxima conexión nos encontramos solos y desamparados, por ejemplo si eres de Ucrania. El orden que venga traerá sus propias normas también...¿durará, durarán?
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