martes, 1 de febrero de 2022

PEDERASTIA EN LA IGLESIA

 PEDERASTIA ECLESIÁSTICA


Se nos critica muchas veces que somos un país europeo que no estamos a la altura de Europa en ciertos ámbitos como los económicos, así sucede con el salario, los permisos retribuidos por hijos/as, las pensiones, o los impuestos altos en productos básicos como el IVA.  También estamos lejos de producir energía renovable en cantidades parecidas a las de otros vecinos continentales, de usar la bici como medio de transporte urbano o disponer de comunicaciones entre poblaciones distantes que no sean las capitales de provincias.

El siglo XX nos hace diferentes, hay un antes y un después de los fascismos, concretamente en España la dictadura es la más larga y con más influencia católica. Esta característica supone todavía un lastre a la hora de estar a la altura de los tiempo, concretamente en materia de abusos sexuales de la infancia. La pederastia europea está saliendo a la luz, las diferentes iglesias están ocupadas en que así sea, publican y esclarecen casos, piden perdón, los abusadores son juzgados y las víctimas reconocidas son escuchadas y, de diferentes maneras, reparadas.

Sin embargo, la iglesia española no está por la labor. Sus máximos representantes, conocedores, cómplices, ocultadores, obstruccionistas, cuando no pueden eludir por más tiempo la situación pronuncian excusas de mala educación para disimular sus responsabilidades. De hecho, suelen ser negacionistas.

Por su parte, las leyes que han de actuar al respecto establecen plazos sobre la pederastia como si se tratara de otros delitos, sin reconocer la especificidad que tienen. En muchos casos, al ser el violador un sacerdote la dificultad de denunciar ha sido enorme, no solo había que tener valor para reconocer los hechos en primera persona sino enfrentarse a la credibilidad de una institución religiosa con mucho poder, en todos los estamentos públicos.

Las víctimas exigen que, si se va a tomar en serio el asunto y es necesario que se tome de una vez, se elimine de las leyes los plazos ya que prácticamente todos habrían prescrito y, aunque la prescripción no niega los hechos sí evita las condenas.

Resulta tan repugnante la pederastia que imaginarla en el seno de la iglesia católica no puede añadir horror, a menos que esta religión actúe como lo hace la española, evitando, disimulando, excusándose, mintiendo, obstaculizando, impidiendo, chantajeando, es decir abusando de poder a pesar de los testimonios. Practica el abuso en todos los terrenos, en los cuerpos de las y los menores, en la conciencia social, en la moral tradicional y lo quiere hacer también en la justicia civil. El abusador suele ser tramposo, viola todo, lo primero las normas mínimas de convivencia, la confianza necesaria entre las personas, la institución que representan, la fe de sus creyentes, ensuciando todo lo que tocan, en sentido literal hasta extremos desconocidos. 

Ha llegado el momento en que seamos un poco más Europa y la sociedad se comporte con la madurez ética suficiente como para juzgar la pederastia eclesiástica de una vez.

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