REY LEAR

 REY LEAR

ATALAYA, Auditorio de Cuenca, 19/2/22

Centro Internacional de Investigación Teatralhttps://www.atalaya-tnt.com/programacion/rey-lear

Cuando vas a ver una obra de W. Shakespeare te preparas para lo mejor. El mejor texto, las mejores interpretaciones, los mejores recursos escénicos...vas a ver todo un espectáculo de lujo, ya sea por las veces que se ha representado en todos los lugares y momentos posibles desde el siglo XVII, ya sea por la compañía que se atreve a montar al inglés después de tanto tiempo y rigor precedido.

Anoche, la compañía dirigida por Ricardo Iniesta, Atalaya, lo consiguió. La adaptación, el vestuario, la interpretación, el escenario, la música, las luces...fue espectacular, totalmente justificados los numerosos premios nacionales e internacionales que han recibido por el montaje.

Uno de los ingredientes teatrales que contribuye a su éxito es la identificación entre lo que sucede en el escenario y la mente del público, es un reconocimiento por afinidad, algo de que está sucediendo arriba tienen sentido en lo que se piensa y siente abajo. Las palabras, los gestos, las situaciones recreadas por los personajes suenan familiares en las cabezas de los espectadores.

Ya sean denuncias como templos, pasiones universales o realidades cotidianas, cualquier asunto humano tiene su espacio y su tiempo en esta tragedia tan completa. Alusiones permanentes a las divinidades y al azar para poder entender ciertas acciones y decisiones, para poder justificar hechos atroces e inhumanos, son muy certeras y actuales. ¿Cuántas veces escuchamos excusas más que patéticas como argumentos serios ante asuntos políticos de vital importancia para nuestra sociedad? ¿cuántas personas sin escrúpulos, hacen de su capa un sayo, para no rendir cuentas públicas de sus ilegalidades? ¿cuántos votos recibe quien usa la violencia en sus palabras, la inquina en sus gestos y la venganza en sus proyectos?

Todas las clases sociales se retratan en esta obra. Todas se mezclan, se intercalan posiciones, se interfieren, se cruzan intereses y emociones. Las artimañas para ser lo que no se es, las argucias para despistar y confundir, los manejos para ocultar y mostrar, son elementos imprescindibles del teatro, es decir, de la vida misma, que Rey Lear exhibe a lo grande, magistralmente con Atalaya que, desde el comienzo, nos presenta un rey que es una mujer y un bufón que es bufona, a partir de ahí todo puede suceder si las relaciones humanas son de poder, en todos su espectro, con todos sus matices y escalas.

Celos, ambición, lealtad y cordura establecen las reglas del juego. A lo largo de la partida se van transformando y dejando ver diferentes versiones e intensidades, según las necesidades de las escenas, pero acaba apareciendo la locura, esa faceta humana, demasiado humana que diría Nietzsche, con la que se hace soportable buena parte de nuestra realidad, la que creamos y destruimos como especie.

Toda una lección sobre lo que somos capaces de ser, hacer, a pesar de la experiencia. Estas lecciones sientan muy bien, te hacen aterrizar en la realidad que, a veces por serlo, no acabamos de sopesar bien dadas las influencias e intereses permanentes que nos rodean.

El teatro, una vez más, como expresión artística, goza de una enorme vitalidad, necesaria también en estos tiempos.