LA CIUDAD DE ESCARCHA
Anna Marí, Compañía CRIT
Sala Russafa, Valencia
Adaptación de la obra de Carmen Martín Gaite Entre visillos plantea la vida de tres mujeres que no hacen lo que quieren. El dominio de la costumbre, el machismo instalado firmemente y el espacio de provincia arman el contexto en el que sucede la trama.
Tres actrices y dos actores representan varios papeles cada uno provocando que veamos muchos personajes, más o menos importantes, para hacernos una idea de cómo se vivía en España en los años 50 del siglo XX, aunque habrá quien piense que lo que pasa en el escenario no era lo que pasaba en realidad, que estará maquillado por la literatura de la Martín Gaite, por la dirección de Anna Marí o por el hecho de ser un espectáculo. Sin embargo, no hay que estudiar mucho para entender lo que pasa en el escenario y lo que podría pasar en la realidad de la época.
Los novios deciden qué trabajo tendrá su novia, dónde y cuándo, también el momento de casarse. Si el novio no lo hace lo hará el padre o el sacerdote. Esto de ser una persona de segunda para según qué cosas todavía nos dura por este país. Pero puede que la mujer sea un bicho raro y entonces se le permiten excentricidades y queda tan apañada la cosa, sin tener en cuenta las dudas y las posibilidades que la vida ofrece en ciertos lugares.
Los tópicos de mujer y de hombre aparecen completos, sin faltar ni uno. Cuánto valor han tenido, y siguen teniéndolo, esos modelos de maneras de ser mujer y ser hombre, cómo la conformidad se ve con naturalidad y se acaba deseando como lo mejor del mundo.
La crítica a la sociedad contemporánea está presente en muchas escenas, sobre todo en lo que referente a la credibilidad de la palabra de la mujer, a la importancia de sus propuestas e ideas, a la consideración de sus gustos, de sus estilos de vida, de sus deseos. La mujer que actúa con determinación sobre el escenario es una animadora de discoteca, una novia que tiene que desobedecer a su padre para hacer caso a su novio, una adolescente que sigue el instinto de la naturaleza o una pseudointelectual amargada. Todas son patrones a desechar pero patrones.
A veces los personajes cuentan lo que está sucediendo, lo que ha sucedido y no se representa y lo que sucederá en el escenario de manera abreviada. Otra veces, a través del lenguaje corporal, se mueven en autobús, llevan bultos o beben sin objeto alguno. Trabajan muy bien. Además la sala Russafa tiene el tamaño perfecto para poder ver y oír a la perfección desde cualquier butaca.
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