ÚLTIMO INFORME DEL DEFENSOR DEL PUEBLO
7 de Abril en el Congreso y 27 de Abril en el Senado
El Informe anual que ha presentado el Defensor del Pueblo durante este mes de Abril corresponde a lo analizado del 2021 y es demoledor en materia de violencia de género, como ha destacado Anna Gimeno en lamarea.com
Todo lo relacionado con la normalidad no aparece en este tipo de informes. Todo lo que sucede de acuerdo con la leyes y su efectivo cumplimiento tampoco. Por eso, llama poderosamente la atención todo lo relacionado con la Violencia de Género en lo relacionado con las denuncias, los abogados, las juicios, las vigilancias, las penas y el tratamiento de los servicios sociales.
Resulta que se dan casos en los que intervienen varios juzgados por distintas especialidades que se contradicen y perjudican a las víctimas. El caso más aberrante es el del hombre que asesina a su hijo de 11 años porque un juez de Familia le permite verlo aunque otro anteriormente, de Violencia de Género, le había denegado las visitas.
Sigue faltando rigor en la práctica de los protocolos y la necesaria formación para su puesta en marcha en, prácticamente, todas las instituciones que deben hacerlo cuando se presenta una denuncia por parte de una mujer, una menor o algún familiar sobre violencia de género. Funcionarios que desconocen las leyes, que quitan importancia a los testimonios de las mujeres o menores, que minusvaloran el grado de riesgo, que no realizan los seguimientos adecuados, que no agilizan los procedimientos, que "toman por locas o despechadas" a las mujeres, se suceden en todo el territorio nacional. Una vez más la voz de la mujer, la palabra que pronuncia o escribe una mujer no se considera, se relativiza o sencillamente se desprecia y ningunea, tenga la edad que tenga, se expone a ser prejuzgada y a que no se estimen sus denuncias ni declaraciones.
Actualmente se permite que un abogado denunciado por violencia de género pueda asistir a las víctimas de este delito, incluso en el Turno de Oficio.
No sorprenden las conclusiones al respecto pero sí avergüenzan y mucho. Nuestra cultura patriarcal se esfuerza por combatir a toda costa cualquier atisbo de sensibilidad y cambio de perspectiva respecto a la igualdad entre mujeres y hombres, especialmente pone énfasis en materia de violencia de género. Pero el Estado, en todas y cada una de sus instituciones, ha de velar por todo lo contrario con todas las medidas oportunas y necesarias porque las mujeres siguen siendo asesinadas por sus parejas o exparejas así como algunos de sus hijos e hijas y otros familiares.
En el Informe se habla de la prevención, sin embargo para prevenir algo hay que tomar conciencia de su existencia primero, de la importancia que tiene en la sociedad presente y futura.
Mal vamos si cada año los Informes de este tipo describen incompetencias evitables entre el funcionariado e instituciones afines al Estado en algo tan básico en un Estado de Derecho como la seguridad e igualdad de la ciudadanía. Así no vamos bien. Cada céntimo de euro destinado a superar esta lacra insoportable se ha de gastar para lo que se ha destinado, ni más ni menos, garantizando, al menos, el intento de acabar con los crímenes machistas y la cultura del odio y menosprecio hacia las mujeres que se atreven a denunciar violencia de género.
Hay voluntad y medios en el Ministerio de Igualdad, el próximo informe, el de 2022 debería ser mejor que este y si no lo es tendría que sancionarse las malas praxis a tiempo y exigirse rigor y vigilancia en los protocolos a seguir. La evaluación constante de los casos, su puesta en marcha y su seguimiento periódico son clave para que los cambios empiecen de una buena vez y la cultura gire hacia la asunción de responsabilidad de cada persona, cada una en su puesto de trabajo y rol social.
El aumento de la insensibilidad de los jóvenes sobre la violencia de género, incluso de su negacionismo, es un síntoma demasiado revelador como para no tomar medidas de inmediato, porque si los sumamos a los responsables de aplicar las medidas judiciales, policiales, médicas, de servicios sociales, educativas que no se les hace el riguroso seguimiento de sus trabajos, podemos encontrarnos con un machismo de dimensiones tan grandes que resultará difícil de cambiar.
Mientras tanto, las mujeres de todas las edades y contextos socioeconómicos siguen sufriendo las actitudes machistas cada día.
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