miércoles, 29 de junio de 2022

MEDICINA, SALUD MENTAL Y TCA

 ATENCIÓN ¡CUERPOS!

Más casos de TCA y menos recursos públicos



Que falta personal sanitario no es una novedad, por desgracia hace mucho tiempo que somos el vagón de cola en cuanto a número de personas y personal médico que nos atienda en Europa. Pero no disponer de suficientes especialistas ni médicos de cabecera no nos convierte en imbéciles.

El principal ámbito de inversión pública ha de ser el humano porque sin seres humanos en condiciones el resto de inversiones, digitales, renovables, industriales o e cualquier otra índole de macroeconomía de mercado resultará ineficaz e injusta. Sé que este último atributo no cuenta mucho a la hora de hacer cuentas en las inversiones del capital que estamos recibiendo de Europa, pero sin criterios de justicia se gastará y gastará sin resolver lo importante, a saber, el bienestar humano.

Nuestra sociedad necesita más personal médico y menos listas de espera, para empezar a funcionar bajo mínimos reales. Nuestra cultura del consumismo nos ha llevado a fijar modelos de cuerpos irreales que atentan contra el crecimiento y la salud física de cualquier niño/a, y especialmente, adolescente.

Cada vez hay más personas con Trastorno de Conducta Alimentaria cuyos diagnósticos exigen una terapias inmediatas, urgentes para salvar a dichas personas, pero no se pueden dar por falta de personal. La falta de recursos humanos en psiquiatría y psicología es insoportable en un mundo que permanentemente bombardea con imágenes corporales perfectas que son insanas y deformantes.

En vacaciones se hace notar más, si cabe, esa insoportable falta de médicas/os en la sanidad púbica. El verano es el momento de mostrar nuestro cuerpo a los demás, semidesnudo, en playas, piscinas o con ropa ligera por las calles y parques.

Cuando se sufre una enfermedad como el TCA el cerebro es el principal órgano afectado, porque su deterioro tarda mucho en recuperarse de este trastorno que no sale en las analíticas ni en las radiografías.

La desesperación de adolescentes afectadas/os es brutal. Los intentos de suicidios y los suicidios crecen. Las familias de estas personas sufren, de otro modo, el abandono de la sanidad que han de asumir junto con la impotencia ante una enfermedad difícil de llevar, que viven a diario sus hijas e hijos.

Bulia, anorexia, comer compulsivamente, resultan una normalidad para cada vez más personas. Arrastran mucho sufrimiento consigo, quienes las padecen y quienes conviven con ellas y ellos.

Se deben tomar medidas de prevención, por todos los medios y en todos los ámbitos, pero lo más urgente es atender, en condiciones dignas, a las y los pacientes.

Invertir en profesionales de la salud es una necesidad imperiosa que no puede esperar más, a menos que se quiera caminar hacia una sociedad de enfermos y enfermas mentales, dependientes de químicas y tratamientos costosos en tiempo y dinero, lo que crearía a enfermos de diferentes categorías saliendo peor parados los de siempre.

Una sociedad moderna, progresista, que apuesta por un futuro mejor tiene que priorizar la salud de la ciudadanía, es el punto de partida. Basta de eufemismos, demagogias y postureos, hay jóvenes que se están matando y podría evitarse.

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