DELITOS DE AMOR
Si no fuera porque nuestra tradición machista asocia el amor a la honra familiar por parte de padre y apellido paterno, resultando delitos de honor, así llamados en otra época, sería hermoso que una metáfora poética como delito de amor se impusiera ante tanto odio inducido de manera gratuita.
Que una persona explotada, agredida, violada, vejada, humillada, sometida o secuestrada odie a quien se tiene en ese estado es bastante normal, pero que personas que no conocen a sus víctimas les agredan, de muchas y violentas maneras, sin tener relación con ellas, sin que las víctimas les hayan hecho nada, solo puede ser resultado de una ideología enfermiza, inmoral y enemiga de la humanidad.
Son cobardes, en sentido literal, quienes manifiestan su ira en grupo contra personas aisladas o en minoría. Son muy cobardes porque se alimentan a sí mismos con cada consignas repugnantes y odiosas. Son cobardes porque se excitan con la violencia ejercida a desconocidos/as sabiéndose impunes o con pocas probabilidades de ser encontrados y castigados.
Pero, en este clima homófobo, machista, xenófobo, tránsfobo que tanto se está extendiendo, hay personas que aman, que su delito es el amor a los demás, que exponen sus vidas para separar a los perros de presa cobardes de sus víctimas. Hay padres y madres que hablan con sus hijos e hijas sobre el respeto a todo el mundo y la importancia de empatizar con los débiles. Hay profesorado que enseña derechos humanos implicando al alumnado en su conocimiento y acción para su cumplimiento. Hay políticos que en el ejercicio de sus funciones expresan tolerancia y respeto firmando leyes y decretos favorables a la convivencia pacífica y a la protección de las víctimas. Hay cantantes comprometidas/os en cuyos conciertos no faltan mensajes de amor hacia todo tipo de personas.
Sin embargo, echo en falta otros compromisos que calarían bastante entre la población, aquellos procedentes de personas influyentes en diferentes campos como el deporte, la religión, la moda, el cine, los youtubers, la música, el periodismo, colegios, institutos, universidades...
Los valores que impregnan la sociedad los construimos entre todas, entre todos. Y los contravalores también.
Me gustaría que en todos los medios hubiera voces conocidas que expresaran libremente su orientación sexual, su origen geográfico, su compromiso con la igualdad y el respeto. Este gesto sería un necesario delito de amor ante un insoportable ambiente de odio creciente en nuestra cultura.
Ni el más tibio indicio de de menos precio a nadie ni a ningún colectivo ha de pasarnos desatendido, tenemos que contestarlo con argumentos. Es cosa nuestra vivir en concordia entre nosotras/os. Los discursos que hacen de las diferencias enemistades tienen que contrarrestarse y así impedirse en cualquier foro en el que nos movamos. Los micromachismos, los micro-odios en general son tan poderosos como los machismos y los odios.
Ningún altavoz para quienes provocan odio, para quienes crean prejuicios y estereotipos racistas, machistas, xenófobos, tránsfobos, homófobos u otros.
Ojalá abrieran todos los telediarios con delitos poéticos de amor en todos los rincones de nuestro país.
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