martes, 7 de septiembre de 2021

INTEMPERIE



INTEMPERIE






Ambiente atmosférico considerado como variaciones e inclemencias del tiempo que afectan a los lugares o cosas no cubiertos o protegidos.

En la España de los años 40, la dictadura franquista iba construyen el armazón inhumano que se mantendría hasta finales de los 70. Demasiado tiempo para que tuviera lugar el infierno, para que la inhumanidad se instalara cómodamente entre los fascistas y pudieran desplegarla a lo largo y ancho del territorio, a lo largo y ancho de las edades de las personas.

No cubiertos, no protegidos. Así estaban la mayoría de hombres y mujeres, niños y niñas, especialmente en el mundo rural, el que está lejos de todas partes porque la geografía es árida, ruda, inhóspita. Falta agua y la que hay es para los animales. El paisaje más huraño es el escenario de la violencia más inhumana, de la humillación y el miedo, de la violencia sin límites, de la necesidad y precariedad constantes.

Los abusos por parte de los franquistas eran ilimitados, no había pedazo de tierra sin señorito explotador, arrogante, maltratador, pederasta y prepotente, protegido por las armas y un séquito de mercenarios cuyos escrúpulos se habían sustituido por instinto de supervivencia más allá de toda moral.

Un niño y un pastor. Lazos afectivos a la intemperie que tejen valores como la confianza, la lealtad, el cuidado y la compasión.

Zambrano pone la cámara en el paisaje y en los rostros, a cuál más a la intemperie. Consigue mostrar parte de nuestra historia, pocas veces contada, que nos sigue acompañando para ser lo que somos como memoria y proyecto de país, golpeado por el fascismo sin límites.

Cuando hoy se habla de las diferencias entre los pueblos y las ciudades, lo rural y lo urbano, no somos conscientes del trato diferenciado que han tenido los territorios a nivel político. Hoy hablamos de la España vaciada, esa que se queda sin gente y la distinguimos de la urbanita, muy poblada, interponiendo una distancia en todos los sentidos muy considerable, casi de cosas opuestas. En la España de la posguerra el campo era un lugar de experimentación para las perversiones más insospechadas de ciertos poderosos afines al franquismo. Lo que se ve en la película es un posible caso del montón, la extorsión y la violencia era diaria, el miedo y las humillaciones también.

La luz, sin tregua, en la intemperie, es un personaje más, define las condiciones de vida de las gentes, de la tierra, de los animales, divide a quienes se pueden proteger y a quienes son sus víctimas sin remedio. Es una especie de destino que marca el escenario permanente, en el que las sombras son los personajes a cuál más oscuro e inquietante. Tan sólo la infancia aparece como algo normal un instante para quedarse echa un guiñapo el resto de la película.

No deberíamos olvidar lo que hace el fascismo. Aunque todavía no tengamos una ley completa de Memoria Histórica Democrática no podemos ignorar lo que ha pasado, el riesgo de repetirlo, aunque solo sea un ápice, nos puede devolver a la intemperie convertida en desigualdades, pobreza, injusticias, machismos, violencias...

El cine, una vez más, nos enseña a vivir mejor mostrando lo que nos sienta mal y nos mata. Esta película es, todavía hoy, necesaria, a pesar de lo insoportable de ciertas escenas, tanto visual como moralmente hablando.

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