CRISIS EN SEIS ESCENAS
Woody Allen, 2016
Miniserie televisiva, ambientada en los años sesenta neoyorquinos. Tiene todos los ingredientes de la comedia clásica como juegos de palabras, confusiones y malos entendidos, estereotipos a lo bestia, ocurrencias desacertadas, confluencia de muchos personajes muy diversos en espacios reducidos y un decorado abierto, casi un escenario de teatro con múltiples recursos espaciales.
El elenco es bueno y el guion marca de la casa por lo que se hace llevadera y resulta entretenida.
La parte original, como es previsible, contiene la crítica norteamericana de Norteamérica, esa especie de nadie nos va a decir lo malos que somos más que nosotros mismos porque lo hemos vivido y lo estamos viviendo en nuestras propias carnes o en las de algún familiar o amigo cercano. En ella también aparece la moralina sexual en las parejas matrimoniales y el empleo del tiempo libre de mujeres jubiladas y ricas.
De nuevo es el cine dentro del cine pero ahora es las series televisivas dentro de las series televisivas, así que los guiños son constantes al propio género, para bien y para mal. Las referencias literarias y cinematográficas sobresalen mucho así como los personajes hiper marcados, aunque parece que algo de evolución puede haber en un par de ellos.
La excentricidad es la constante y resulta cómica, absurda y dramática a la vez, como tiene que ser tratándose de Woody Allen, quien protagoniza la serie con todos los coqueteos a los tics de sus películas desde su forma de vestir hasta las manías y obsesiones pasando por todo el espectro de clichés políticos, frustraciones profesionales y egocentrismo bien alimentado. Por cierto la comida es un ingrediente continuo, buena parte de la actuación de M. Cyrus es en la cocina, tal vez por ser una serie de televisión hace tanto hincapié en tipos y marcas de diferentes comidas...
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