lunes, 13 de diciembre de 2021

LA VIDA ERA ESO

 LA VIDA ERA ESO

David Martín de los Santos, 2021

Una vida hecha y otra por hacer. 

Compartiendo la condición de ser emigrantes en Bélgica, dos mujeres coinciden en una habitación de hospital, una ronda los setenta años y la otra no llega a los treinta. Ambas están enfermas del corazón.

El presente de una y el pasado de la otra se entrelazan para contar la trama que es un viaje, en todos los sentidos. Los paisajes, la música, las decisiones, las creencias, los placeres, la experiencia y los deseos. En pocos días sucede una vida que supondrá un antes y un después, solo para una de las dos mujeres, pero a propósito de la otra mujer.

Me parece cine europeo actual, a ratos documental, donde el contexto físico, geográfico no es determinante para las protagonistas. Ellas son como son en Almería, León o Bélgica, mujeres sensibles a los cuidados de los demás, respetuosas con las elecciones de los demás, fuertes a la hora de tomar decisiones arriesgadas, firmes en la defensa de su intimidad.

El silencio acompaña bien el ritmo y el sentido de los hechos. Los primeros planos, fotografías duraderas, son muy elocuentes y expresan realidades sin mencionarlas. Desde el principio en el hospital, luego en casa, más tarde en los autobuses, en los pueblos, la peluquería, el bar, el mar de plástico, el mar de agua, la montaña áspera y desértica, la familia directa y la que pudo ser.

Petra Martínez es absoluta protagonista, todo lo demás y todos los demás son acompañamientos necesarios para contar su vida presente, poco importante pero sólidamente construida, que, de pronto, se ve contagiada por la vida de Ana Castillo. Entre las dos cuentan la primera parte de la película y preparan la segunda que es inesperada y cercana, Petra como personaje maduro e ingenuo, como mujer experimentada e ignorante a la vez. 

Al final, lo que sucede lejos tiene sus efectos en el día a día de la protagonista, quien ha vivido en otro mundo y regresado al suyo con equipaje personal e intransferible. En realidad, el mundo propio está donde están tus ideas y no tanto tu cuerpo, aunque a veces, coincidan.



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