BOY ERASED
Joel Edgerton, 2018
El cartel que publicita la película muestra perfectamente las relaciones familiares que protagonizan ni más ni menos que Lucas Hedges, Nicole Kidman y Russell Crowe. La homosexualidad del hijo hace saltar por los aires la vida de una familia religiosa de Arkansas a finales del siglo XX.
Basada en una novela, cuyo autor relata su vida a propósito de asistir a unos campamentos para curar su homosexualidad.
Hace 30 años que la Organización Mundial de la Salud eliminó de la lista de enfermedades psiquiátricas la homosexualidad.
La trama está narrada desde la frialdad total, la distancia física, psíquica, emocional, verbal que representan los actores impide la cercanía a la causa, incluso obliga a ver las escenas como un documental, sin implicación ni empatía como podría esperarse de casos parecidos. Está así grabada con toda la intención, tal vez para que nos enteremos de una vez de cómo están las cosas por EEUU.
El peso de la religión puede ser insoportable para los creyentes, para sus familias y para la salud mental de la sociedad en la que viven. Sigue siendo frecuente que la salida del armario de hijos e hijas suponga algún tipo de fisura en las relaciones familiares, ya sea con los mayores o con los iguales. El tiempo transcurre sin atender la normalidad de las orientaciones sexuales y al no hacerlo facilita que instituciones como las religiones aprovechen la coyuntura para imponer sus ideologías dogmáticas sin escatimar medios ya sean crueles, caros e ineficaces.
Asusta pensar que en algún lugar del planeta eres reeducado/a para dejar de ser lo que eres, en algún lugar que pasa por ser el mundo civilizado, progresista, avanzado, mejor, a imitar, modelo, rico, el sueño americano...
La vieja Europa no se queda atrás en asuntos dogmáticos, violentos e inhumanos. España, cómo no, dispone de cursillos católicos para "sanar" la homosexualidad y otras orientaciones sexuales que no sean la heterosexualidad cristiana. Aquí hay obispos, cardenales (vestidos de largo) y sacerdotes de parroquias que los recomiendan y mandan en nombre de la salvación divina.
El dolor evitable se ha de evitar, la angustia gratuita se ha de evitar, el crecimiento con miedo, el desarrollo personal secuestrado se han de evitar. Todo lo que somos tendríamos que poder expresarlo libremente, son respeto y normalidad en cualquier lugar, a cualquier edad.
Una vez más, el cine, como arte, nos ofrece la oportunidad de saber para ser un poco mejor. Esa distancia a la aludo más arriba permite interrogantes que podrían responderse desde múltiples posiciones y discutirse, dialogar sobre ellos, reflexionar, exponer, escuchar, en fin, lo normal del ser humano ¿no?
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