domingo, 6 de diciembre de 2020

VALDECABRAS PR49

 VALDECABRAS PR49


Magnífico domingo de montaña. La nieve estaba helada en algunas zonas, tanto que resbalabas si no tenías cuidado de pisar fuerte y en horizontal. En otras que daba el sol, al cogerla, se convertía en polvo y solo si apretabas mucho conseguías hacer una bola para tirársela al compañero. Pero lo más alucinante de la nieve es el sonido que hace cuando la pisas y te hundes, cruje y salpicas, te mojas la bota y  el pantalón y avanzas dejando un rastro de huellas duraderas.


El paisaje estaba precioso, desde la salida del pueblo hasta la entrada al mismo por la parte opuesta. Con sus subidas, suaves, y bajadas bruscas, su frío traído por el viento y su sol calentito entre las nubes. Las huellas y cacas de ciervo eran abundantes, también las de corzo, más pequeñas, y otras que no hemos sabido bien si eran de liebre o similar. Hemos especulado sobre otros signos que pudieran ser de jabalí y otros de zorro, pero no hemos visto a ninguno de ellos, lástima, hubiera sido la guinda de la mañana.


Al ser un espacio cercano al pueblo hay restos de abrigos para el ganado, de un antiguo tejar y la rehabilitación de una fuente rica y suave. Lo más bonito y espectacular estaba al final...como siempre.


Las formaciones geológicas florecían en nuestros pies y se redondeaban según iban creciendo por encima de nuestras cabezas acabando de formar ejemplares de erosiones propias de Cuenca. Qué belleza da la roca, ya sea caliza, ya sea arcilla.



Volveremos en primavera, cuando los verdes sean más vivos, más variados y los blancos solo estén en el cielo. Sospecho que en cualquier estación el disfrute está garantizado para cualquiera que camine por aquí. Si, al terminar, hay suerte y consigues mesa en el restaurante de Fran redondeas el día porque tiene una comida casera extraordinaria, con productos de la zona y de la época.


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