LAS GENTILES
Santi Amodeo, 2021
Todo es posible en una etapa vital donde más límites hay para cualquier cosa, porque no se tiene de nada y sobra deseo de encajar y ser alguien especial.
El fotograma del cartel de esta película puede evocar muchas sensaciones, de hecho, parecidas fotos ilustran momentos de vacaciones, relax, bienestar, paz, todas ellas asociadas a instantes álgidos, totales, finales, no se puede estar más relajada, más en paz, más tranquila, más bien, no se puede más...
Cuando el cine se pone a hacer cine social y lo hace bien salen películas como esta, salpicando de realidad cruda a las mentes de los espectadores que hace mucho dejaron de ser adolescentes y que se identifican con los personajes necesarios pero secundarios de las madres y padres.
Sin embargo, un grupo de adultos dedicados/as a la educación secundaria tenemos una perspectiva doble, más allá de la de familiar. Vemos a nuestro alumnado en la pantalla, le cambiamos el nombre a las protagonistas y un poco los rasgos de las caras, pero mantenemos sus gestos y posturas, sus ropas y mochilas, sus expresiones y sus ausencias. Mantenemos sus relaciones, las personales y las virtuales, sus manos siempre ocupadas, como sus cabezas, con el móvil y las redes sociales.
He de reconocer que al rato de empezar le dije a mi compañero que me resultaba un poco "peñazo", tal vez estaba empezando a reconocer demasiado mi día a día en clase y mi cuerpo se revelaba porque por la mañana ya había tenido sus dosis en el instituto. Pero, al poco de llegar a ese instante, vuelve la atención máxima, sucede que la cosa va en serio, muy en serio y esto es decir mucho par cabezas de 16 y 17 años que se proponen algo, que lo ensayan en las redes sociales y que siguen dando pasos hasta conseguirlo.
A la salida del cine comento la película y me dicen que es brutal, aunque yo sé que es algo cotidiano y lo brutal no se puede soportar a diario así que o mienten o ignoran. O tal vez sea que reflejan un mecanismo de defensa para tolerar la realidad sin perjudicarse demasiado. El caso es que la película, dramática, consigue poner sobre la mesa una realidad que pocas veces se pone sobre la mesa por lo difícil que es abordarla.
Mucha gente piensa que ser adolescente es algo pasajero sin más. Hoy ser adolescente implica un plus que nunca antes había podido influir en la construcción de la personalidad que acrecienta y facilita las ideas repetitivas o atractivas o que simulan juegos. Todo parece de otro mundo y ese otro mundo es mejor, infinitamente mejor que el que se tiene delante.
Traspasar la pantalla para quedarse ahí es un deseo bastante lógico hoy para adolescentes espabiladas, creativas e inconformistas. Para el resto también.
Recuerdo aquella frase de Buzz Lightyear "hasta el infinito y más allá" que utilizo en las ocasiones en las que se me queda insuficiente el lenguaje para expresar las grandes dimensiones de lo que quiero decir, como si el infinito fuera accesible y se quedara corto para nosotros, pobres mortales insignificantes. En esta película, Amodeo lograr filmar el más allá, las actrices traspasan el infinito.
Ver esta película sin prejuicios puede resultar altamente necesaria para entender el presente. Afortunadamente, gracias Amodeo, el final es un poco digerible y no siente mal del todo, puede que haya algo del adulto director que al fin y al cabo quiere vivir tranquilo como todo el mundo.
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