sábado, 8 de junio de 2024

SIEMPRE NOS QUEDARÁ MAÑANA

 SIEMPRE NOS QUEDARÁ MAÑANA

Paola Cortellesi, 2024


Aquí se ha estrenado esta primavera, estación protagonista de la película, que simboliza buena parte del mensaje que la directora y actriz protagonista quiere enseñarnos. Las renovaciones, los florecimientos, la vida tras el invierno, suponen tanta esperanza que llega también a la política. La esperanza en un futuro mejor está presente desde el principio aunque camuflada de una forma que finalmente nos sorprende.

El banco y negro es perfecto como parte de la trama igual que los escasos exteriores, lugares de tránsito que significan más de lo que aparentemente pudiera parecer. Las calles, los soldados, los carteles y pintadas, los patios vecinales y el mercado.

Por supuesto la música italiana recorre la película como su esqueleto, dando forma hasta el final que ya no es italiana por todo lo que ha sucedido a lo largo de la historia. Una historia de mujeres, en plural, de muchas edades, con situaciones vitales muy diferentes, que insinúan pasados claros y proyectan futuros inciertos gracias a los cambios del momento histórico, años cuarenta República de Italia del siglo XX.

Como protagonista omnipresente encontramos las costumbres, tradiciones y la familia clásica que conlleva una gran dosis de machismo, cristianismo, explotaciones de todo tipo, chanchullos heredados por supervivencia, crisis y más crisis, global, existencial. La vida de los barrios obreros tras la II Guerra Mundial es deprimente para quien se resiste a la emigración forzosa. Pero es cruel especialmente con las mujeres, por eso son ellas las protagonistas. Cada actriz que aparece representa un estereotipo que todavía podemos entrarnos hoy, aunque se haya maquillado y disimulado porque el patriarcado sigue siendo el rey social y cultural de buena parte de Europa.

Mañana hay elecciones, una fecha de lo más oportuna para comentar esta película...siempre que existe la posibilidad de algo hay esperanza de cambio, de bondades y justicias que no existen en el presente. Una educación como ascenso social, como independencia y autonomía personal, sin ser de nadie en ningún sentido, ya sea amoroso, laboral o familiar.

No me extraña que haya recibido premios porque es un cine social válido para saber, para conversar, para actuar sobre temas que nos atañen a todos los humanos vivamos donde vivamos. No podemos ocultar la alegría que supone el descubrimiento final, tras un bien construido trampantojo casi desde el principio. Menos mal que tiene ese final.


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