sábado, 19 de septiembre de 2020

 EL SUR EXISTE, SIN MÁS


Ya sé que es una obviedad, pero sin Sur no hay Norte. A veces se nos olvida, parece que la geografía humana fuera voluntad de quienes la habitan. No. El urbanismo obedece a factores económicos exclusivamente, de rentabilidad capitalista. Ojalá tuviera que ver con la salud, con el medio ambiente, con la adecuación al contexto, con las más convenientes posibilidades energéticas o sociales de buena vida, de calidad de vida.

El Sur de Madrid es clase trabajadora por lo tanto es un lugar diseñado para el trabajo, entendido al único modo que se entiende en un mundo de globalización capitalista de un país del Sur, a saber, trabajo precario en todos los sentidos. Así que faltan de recursos públicos decentes, desde viviendas a medios de transporte, desde colegios a hospitales, desde cultura a ecología. Los sueldos medios son bajos, los bajos son infrahumanos. Los pisos medios son pequeños, los pequeños son inhumanos. Así todo. Las urbanizaciones normales son islas, excepciones.

Buena parte de la industria más contaminante se encuentra en este Sur. Los nudos automovilísticos forman los límites territoriales, por arriba, por abajo, rodeando los edificios hasta llegar a los polígonos, hasta salir al Norte.

Hay un experimento social para mostrar la precariedad en que mantenemos a nuestros inmigrantes, que propone lo siguiente: un día, las personas inmigrantes no van a trabajar. El resultado es que se colapsa Madrid porque no hay nadie que cuide de menores, de mayores, de enfermos, de dependientes, no hay nadie que limpie despachos, casas, que lleve comida a casa, que atienda teléfonos, fruterías, supermercados, obras, bares y restaurantes. Si a este experimento lo cambiamos por un día las personas del Sur no trabajen, probablemente el caos sería sería insoportable.

Los impuestos que pagamos cada vez que compramos pan, leche o huevos, cada vez que subimos al metro o al autobús, cada vez que compramos unas zapatillas o ponemos la tele, la lavadora o la calefacción o cada vez que tomamos un café, un menú o una caña en un bar, deben servir para contribuir a que la vida de quienes los pagan sea mejor cada día.

Hacer negocio con los impuestos de la ciudadanía no es política, de ningún signo, es corrupción. Privatizar servicios en barrios y zonas trabajadoras, donde más se necesitan, es inmoral, especialmente  porque son personas que no pueden pleitear con la administración por falta de recursos, por desequilibrio de fuerzas. Es un abuso de poder en toda regla, es aprovecharse de la debilidad mantenida y provocada durante décadas.

AHORA se necesitan centros de salud con personal suficiente para atender en condiciones dignas a los pacientes. Es la única manera de no propagar la covid-19, de prevenir contagios, de garantizar unas condiciones mínimas de salud. Y es Justicia Social, sin la que el resto de Justicias no pueden existir.

Se lleva gestionando muy mal el Sur pero es el momento de empezar a cambiar la gestión ara hacerlo bien. Costará. Habría que empezar contratando profesionales sanitarios, de limpieza, educativos y administrativos. Después esperar a ver qué pasa, si no funciona, se prueba con otra estrategia...Experimentemos en favor de la dignidad. Probablemente nos sorprendan sus resultados en todos los ámbitos de la vida individua y social.




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