jueves, 3 de octubre de 2019


BUÑUEL EN EL LABERINTO DE LAS TORTUGAS
Salvador Simó, 2019


Buen comienzo de curso de las sesiones de Cineclub Chaplin.

Empezar con el documental Tierra sin pan de 1932, narrado por Paco Rabal, es un auténtico lujo cinematográfico, una joya en pantalla grande sobre Las Hurdes en todo su "esplendor". Si el resto de la temporada tiene este nivel nos espera un gran disfrute artístico y crítico. Gracias desde aquí.

Mi generación está acostumbrada a entender que los documentales son fiel reflejo de la realidad y que la animación es fiel a la fantasía, a la imaginación y creatividad de sus autores o autoras. Parece que el documental es verdad y la animación es ficción. Como en el Mito de la Caverna platónico podríamos pensar que las sombras que ven los prisioneros desde niños son los dibujos animados, son distorsiones, son mentiras y que lo que ve el prisionero desatacado y obligado a subir a la superficie es la realidad sin paliativos, es decir, el documental a plena luz del sol, sin posibilidad de truco ni engaño.

Sin embargo la película de Simó revela lo contrario, muestra el mundo alrevés. Cuenta cómo Buñuel y unos amigos recorren Las Hurdes para realizar un documental que denuncie la miseria y crueldad de la vida española en los primeros años 30 en esa zona extremeña. En principio ha de ser un documental porque es el formato más apropiado para la denuncia, para reflejar las cosas tal y como son, para conseguir credibilidad y contundencia (vale más una imagen que mil palabras) pero resulta que los documentales tal como nos han hecho creer que son no existen, resulta que los documentales son las sombras platónicas, son la ficción con creatividad, dosis de imaginación, trucos y distorsiones. Lo real es lo que nos cuenta Simó en animación, es decir, la capacidad original de un artista para enseñar una trabajo que cambie la realidad insoportable e injusta. La denuncia se representa en dibujos animados, la verdad viene en formato de animación en el que caben sueños, alucinaciones y montajes sobrevenidos a las circunstancias.

Buñuel no es surrealista en unos casos y realista en otros, no es dos sino que su obra resulta de su visión realista y surrealista juntas, de ahí su originalidad y su dificultad.

Genial. Otra vez hay que decir que toda la vida es sueño con Calderón y que Platón, con sus mitos, decía algo de verdad. Habrá que intentar desacostumbrarse, desaprender también es aprender y adquirir un poco de crítica y escepticismo hacia lo que nos cuentan, venga de donde venga.

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