viernes, 18 de octubre de 2019

FILOSOFÍA PARA NIÑ@S


Cuando un pájaro no sabe volar y tiene miedo a caerse...cuando lo intenta, se cae y tiene miedo a volver a empezar...cuando recibe ayuda y funciona...cuando vueeeeeela al fin.

Podemos abstraer el hecho de ser cigüeñas para aplicar la situación de Enya a cualquier otra de nuestras vidas cotidianas. Si eres un niño o una niña la vida entera es un no saber, está siendo siempre empezar y caerse, tener miedo e intentarlo de nuevo.

Las niñas y niños de la Biblioteca Pública Espido Freire de Chillarón, en Cuenca, han señalado muy bien por qué está triste Enya y qué hay que hacer para dejar de estar triste. Han mostrado sus caras de tristeza y después de alegría, incluso proponiendo técnicas para estar alegres.

Lo que nos da más miedo es estar solas, solos. Llegan a esta conclusión rápidamente y por unanimidad. No saber nos pone tristes. Si eres un pájaro y no sabes volar...entonces todos lo intentan batiendo los brazos y dando saltos a la vez que sonríen y transforman el espacio rompiendo todos los esquemas previos. Espontaneidad. 

Las cosquillas y las bromas nos hacen reís y así dejamos de estar tristes. Y la biblioteca se convierte en una juerga porque se contagian las risas, los contactos, se vuelven una masa sonora en movimiento continuo. De nuevo los esquemas planteados desaparecen. Más espontaneidad.

Pensar en cosas que te gusten es la solución...así se acabará la tristeza dice Joan sin levantar mucho la voz, como Lucas que piensa en elefantes porque beben agua por la trompa o Enma que piensa en unicornios porque tienen un cuerno en la cabeza y lo dicen sonriendo, porque cuando hay sonrisas no hay miedos. Y comienza el momento de decir lo que nos gusta y por qué nos gusta. Aquí la espontaneidad se vuelve sorpresa y alucinación con las respuestas. Hay muchas cosas que nos gustan pero no sabemos por qué, tal vez porque le gustan a otras personas, lo importante es pensar en ellas para dejar de estar tristes o dejar de estar solos.

Gran lección de filosofía...la que me han dado las niñas y niños de Chillarón.

Gracias Lupe.


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