lunes, 21 de octubre de 2019

JOKER

No es verdad pero qué miedo da el final, la facilidad con la que gente anónima convierte en ídolo al protagonista, la violencia de la masa, el número enorme de individuos unidos entorno a un símbolo perverso. Otra vez la virulencia y el contagio inmediatos en cuerpo de hombres. De nuevo en lugares sórdidos pero comunes.

Clases de personas.

Construcción del enemigo con dos pinceladas superficiales.

Pertenencia a una identidad social en dos pasos espontáneos.

No es verdad pero aterra pensar sólo en la posibilidad de la velocidad con la que se suceden las decisiones. Menos mal que deja unas cuantas escenas sin aclarar porque tanta contundencia en tan poco tiempo no se puede asimilar y da vértigo. Es una película de acción y estás preparada para ello pero no da tiempo a digerir la historia en esos planos oscuros y contrapicados. Las categorías lingüísticas se atropellen en la cabeza poniendo etiquetas para aceptar lo que está pasando con ciertos visos de realidad.

El público adolescente está acostumbrado a que pasen muchas cosas y que no estén justificadas. Todo es posible en las películas, su cultura audiovisual es un puzle de fantasías, distopías, magia, monstruos, superhéroes y personas juntos,  compartiendo pantalla sin problemas, con su lógica particular incoherente que plantea situaciones imposibles.

Sin embargo, el público adulto, quedamos seducidos por la estética, la interpretación, la técnica, la música, los planos...y queremos entender o al menos comprender al protagonista. Esto no sucede aquí. Hay retazos de realidad con los que enganchar la historia y la vida y a partir de ahí seguir la trama aunque sea violenta y absurda porque también hay violencia y falta de razón en nuestras vidas reales. 

Hay un elemento emocional clave que te mantiene pegada a la butaca hasta el final. La desdicha, la injusticia, la enfermedad, la pobreza...estos factores pueden justificar al mismísimo diablo en determinadas circunstancias, aunque se ría y te irrite, aunque se maquille y te asuste, aunque castigue a los malos y casi te salpique la sangre.

Las escaleras están muy presentes indicando dos mundos al menos, además de dificultad, inaccesibilidad, límites que separan realidades. El protagonista las sube y las baja con facilidad, como pez en el agua, con su cuerpo maltrecho, golpeado y frágil, las corre y corre por los pasillos del metro, de los hospitales, por las calles, entre los coches, entre la gente...y baila.

La cultura del espectáculo aparece como basura inhumana totalmente aceptada por la mayoría social, con prestigio de élite y aplausos de indigentes.

Las deformaciones son la estructura que sostiene al personaje y a la historia. Físicas y psíquicas...que le hacen bailar.

La sociedad de consumo criticada por su propio producto de consumo. This is now!!




3 comentarios:

  1. Buena crítica ¿No crees que asusta el ver el final de la película y después observar los contenedores ardiendo y los grupos violentos organizados en Cataluña?

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  2. Por eso he empezado así el texto...una especie de payasos han sido dictadores asesinos que aprovechaban circunstancias difíciles en la ciudadanía con pánico, violencia y manipulable.
    Hoy además está Internet que proporciona el combustible necesario para incendiar Barcelona

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  3. No es verdad, pero se parece tantooooo......
    No es verdad, pero hay tanta realidad......
    Buena vision "lechucilla" 👌

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