martes, 29 de octubre de 2019

AMARILLO, GLOBO, GARZA

Espejo, hojas, patos.
Fotos, perros, bicis.
Bastones, cuerdas, arnés.

La hoz del Júcar en octubre está de lo más concurrida durante los fines de semana. Es una zona ideal para pasear, escalar y contemplar el paisaje espectacular que nos regala el otoño cálido de este loco año seco que cambia las estaciones.

Donde el Huécar se une al Júcar, antes de cruzar el Puente de San Antón y caer en cascada, el agua reúne a patos y visitantes que quieren observar posada en el tronco seco de un árbol, en la orilla de enfrente, a una garza majestuosa, quieta, como una estatua que de vez en cuando gira la cabeza, baja el pico o levanta las alas. Después de un rato grande se va sobrevolando el río y las personas.

Al medio día no grazna, ya hay demasiado ruido de ambiente, pero por las mañanas, temprano, les da los buenos días a las vecinas y vecinos del barrio mientras elige el tronco en el posarse, dentro del río, al sol, después de desayunar. Si se aburre levanta el vuelo hasta Fuente del Oro, debajo del puente de la vía del tren elige unas piedras o ramas secas y pasa la mañana.

Muy temprano el globo que lleva en su quilla un puñado de personas, despega de la parte alta del barrio del Castillo y sube para contemplar la ciudad vieja, las montañas y se entretiene bajando y subiendo, manteniendo el equilibrio, curioseando por los tejados...un buen rato.

Empieza a ser mayoritario el amarillo en los chopos, poco a poco el verde de las maleables hojas se transforma...en el agua se reflejan los colores como en un auténtico espejo fiel y a veces como un espejo en movimiento por las ondas de algún pato o alguna rama que cae y mueve la superficie del agua.

Cuidar la ciudad es nuestra obligación, especialmente la naturaleza aunque solo sea para poder disfrutar de ella. 


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