miércoles, 16 de octubre de 2019

LAS TRES R
REDUCIR, REUTILIZAR Y RECICLAR

El viejo lema ecologísta de los 80 sigue vigente y urge su funcionamiento estricto e inmediato.
La población joven que ha asumido su reponsabilidad en el reciclaje sabe que ya no es suficiente ese hábito, que a la velocidad que contaminamos no sirve sólo reciclar. Las reutilizaciones han perdido peso ante la todopoderosa obsolescencia programada y percibida, desligándose de la economía doméstica, ajena a la voluntad del consuimidor.

Solo queda REDUCIR (sin renunciar a Reutilizar y Reciclar)

El Decrecimiento como propuesta alarmista hace unos años se presenta ahora como la única solución eficaz, pero nada acompaña a su ejecucución, todo son inconvenientes y obstáculos gigantes.

Olvidamos el poder del consumidor!!

Se trata, de nuevo, de adoptar una perspectiva social, aquello de "piensa globalmente y actúa localmente", lo que supone ir en contra de las tendencias mayoritarias que son individualistas, personalistas, atomizadas al máximo. Nuestra cultura hija de siglos consumistas, que no consumidores, sabe muy bien cómo capear el temporal y minimiza los éxitos imporantentes de los consumidores a lo largo de la historia. Cuando se dejó de comprar ropa vaquera de la marca Levi Strauss porque sus trabajadoras y trabajadores estaban explotados laboralmente la industria reaccionó mejorando las condiciones del personal. Cuando Jordan hizo un documental sobre las condiciones de trabajo de los productos de la marca deportiva Nike nació una conciencia consumidora sobre la marca.

Hoy sabemos mucho más de lo que se sabía cuando se llevaron a cabo las propuestas antes mencionadas. Tenmos más datos y más contrastados. Hay organismos internacionales independientes que publican informes anuales sobre lo que consumimos, sobre los efectos de los residuos, sobre las condiciones laborales y medioambientales en que se producen, la distribución de la riqueza, etc. Sabemos y hay previsiones fiables.

El caso es que si no nos ponemos las pilas ya lo vamos a pasar muy mal. Hay que hacerlo socialmente, como todo y tener en cuenta argumentos por las consecuencias de nuestros actos y por nuestros principios éticos que deben ir de la mano.

Practicar la coherencia es un deber social con la recompensa de vivir bien.

¿Por dónde empezamos?


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