VERTEDEROS ASESINOS
En Zaldibar, Vizcaya, llevan varios días intentando apagar un incendio para recuperar los cuerpos de dos trabajadores. Demasiada toxicidad para intentarlo con normalidad, necesitan equipos de aislamiento y turnos porque el riesgo de intoxicación es muy alto, tanto que los pueblos vecinos están advertidos del peligro y deben cerrar las ventanas, no practicar deporte al aire libre y soportar picores en los ojos y la garganta.
No es la primera vez que en este país nuestro los residuos suponen serios problemas para la salud humana y medioambiental. Los incendios de materiales tóxicos hacen peligrar el aire, el agua y la tierra. En Seseña, Toledo, tardaron veinte días en extinguir el incendio de neumáticos en un vertedero ilegal tan grande y tan lleno de ruedas que nadie sabía cuándo duraría el fuego ni las consecuencias que vinieron después.
Todo tiene que ver con el cuidado medioambiental que deben exigir nuestras leyes y los recursos necesarios para llevarlo a cabo. Sigue sin ser importante a día de hoy. Convivimos con total naturalidad con vertederos en lugares inestables geológicamente hablando y muy cercanos a núcleos de población. Las autoridades autorizan su construcción por acción u omisión permitiendo auténticos peligros para el monte, los bosques y la flora y fauna del medio. En ocasiones se transforma en poco tiempo y las tierras colindantes se empobrecen ante nuestros ojos.
El SEPRONA no puede hacerlo todo. Los vertederos han de estar muy bien tratados y ser revisados con frecuencia dada la naturaleza de los productos que contienen y su duración en el tiempo.
La vida a corto, a medio y a largo plazo está en juego. Gestionar lo que consumimos forma parte de la política local, regional y nacional, además de la responsabilidad ciudadana individual y social.
Las consecuencias serán millonarias y surgirán protocolos para la próxima vez. Y habrá otro próxima vez que será más trágica que la anterior si no lo remediamos.
Las competencias en materia medioambiental son autonómicas pero esto no debería eludir responsabilidades a instancias mayores y menores. Cuando la naturaleza está en juego todos perdemos, no hay fronteras ni demarcaciones para el aire o el agua.
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