martes, 25 de febrero de 2020

ELISA Y MARCELA
Isabel Coixet, 2019


Todo empezó a finales del siglo XIX y transcurrió en los años veinte del XX, hace ahora cien años. Diríamos que es una película de época, de época gallega rural, clerical, represora y reprimida, de familias pobres y conventos llenos, de pueblos aislados y libros despreciados.

Cuando las películas se basan en historias reales la disposición de ánimo al verlas es distintas porque la verdad va por delante, la directora no debe recrear nada ya que está creado, ni los personajes, ni su relación, ni los lugares ni el final es original o inventado. Todo, todos han ocurrido.

Mujer que se hace pasar por hombre para conseguir lo que de otro modo no podría por estarle prohibido, por ser ilegal, inmoral, pecado, monstruoso, antinatural y propio del infierno.

No se trata de usar pseudónimos a la hora de publicar novelas o pinturas, a la hora de hacer fotografía o ciencia. No se trata de ocultar la identidad en los trabajos, en los inventos, en público o en privado. Es más normal que la mentira, se trata de ajustar lo que debe ser con lo que es "y no se hable más" (dice el padre de Marcela para prohibirle ir a la escuela).

Portugal, la vecina, tan discreta, acoge como puede el disparate español y facilita el viaje de las protagonistas al nuevo mundo, en sentido literal. Argentina como destino paradisíaco, como posibilidad de ser y estar, como salida con mar, con caballos y con la añoranza y culpa pegadas a la piel durante toda la vida.

Hoy se persigue desde el derecho la homofobia pero desde la costumbre, la calle, la tradición, incluso los tribunales, no se hace, todavía se permite, todavía se agrede a las personas que se quieren por ser del mismo sexo. Siglo XXI, hace cien años de la vida de Marcela y Elisa y aquí, como entonces, la iglesia, la política fascista y las tradiciones machistas, impiden en lo que pueden la normalidad y el respeto, la tolerancia y la convivencia pacífica, la igualdad.

Las actrices, totalmente creíbles, no lo tenían fácil pero lo consiguen.

La luz y el ojo de Coixet, que no solo ve sino que dirige la mirada de quines miramos hacia el lugar y la persona oportunos, crean la atmósfera precisa, primero en la Galicia rural, luego en el Oporto industrial y finalmente (aunque se ve al principio) en la Argentina salvadora.

100 años no son suficentes, me pregunto por qué, qué más tiene que suceder, qué más tenemos que saber, a qué engaños nos seguimos dejando llevar, por qué somos homófobos, homófobas todavía. Las leyes que tratan los delitos de odio no acaban de aplicarse del todo en el caso de personas discriminadas por su orientación sexual y es preocupante, peligroso y, aveces, asesino.

Fueron mujeres, fueron maestras, fueron amantes y se casaron.


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