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Más de dos millones de niños en España viven en situación de pobreza (Cadena SER). Muchos comedores escolares no  tienen una dieta saludables, educan los paladares a costa de la salud (Público).

Con estos titulares tenemos una ciudadanía pobre que cuando va al colegio come mal.

Para bastantes niñas y niños la comida del comedor escolar es la única porque en sus casas, o las de sus familiares, no hay para la compra y si hubiera sería para comprar alimentos baratos.

Las Comunidades Autónomas tienen las competencias en Educación desde hace décadas y han tenido tiempo de estudiar la influencia de las dietas escolares en la salud de la población. De hecho hay una relación directa entre lo que comemos y nuestro crecimiento y bienestar saludable. Dejar este importantísimo asunto en manos de empresas de catering no garantiza un buen servicio por lo que se deben controlar muy frecuentemente con criterios de salud. Es responsabilidad pública.

Educar supone enseñar, entre otras cosas, a comer. El comedor escolar es escolar, está en la escuela, forma parte del servicio público básico que es atender el derecho a la educación. Si además los porcentajes de pobreza son los que son las administraciones tienen que redoblar esfuerzos porque este servicio sea de la máxima calidad.

La pobreza está en la base de la enfermedad, si además, los niños y niñas pobres se alimentan mal, crecerán insanos y serán adultos enfermos, dependientes y abocados a tener una vida indigna. Se llama cronificación de la pobreza y empieza en la infancia.

Las familias son clave en las comunidades educativas de los centros escolares y se preocupan por las dietas de los comedores, pero las familias pobres apenas participan en los AMPAS y asociaciones similares por ser pobres. El Estado ha de asumir su responsabilidad, tener en cuenta todos los perfiles del alumnado para conseguir una sociedad más sana que será más autónoma y competente.